El Sol de Tlaxcala

El horror que reivindica la paradoja de la corrección

- Twitter: @lamoviola

Huesera;

Segunda jornada en el FICM, en las que convergen dos tipos de horrores. El primero, a nivel narrativo parte de un respeto al género con Huesera ( Michelle Garza Cervera, 2022), el segundo más metafórico, fluye desde los ahogos sociales modernos con Arthur Rambo ( Laurent Cantant,2021). En ambos casos el espectador no puede eludir una incomodida­d que lo convierte en cómplice activo de los relatos.

En Huesera, dentro de la Sección de Largometra­je Mexicano en Competenci­a, el puente es una convención genérica muy cuidadosa de su canon con destreza narrativa al servicio de la historia, pero el fin del camino y el fondo, es una transgresi­ón social que ubica al relato más en una metáfora con hibridez narrativa. Fluye con algo más que oficio y sus pulsiones pueden ser inquietant­es.

El filme, es de intención provocador­a, cuestiona desde el exterior genérico, un interior social de raíces culturales profundas: el culto al marismo, el sentimient­o maternal y hasta la traición a la escénica y la sexualidad como temas de fondo. El maquillaje del horror al servicio de un asunto de mayor calado.

Efectiva en su canon, con momentos inquietant­es, no se queda en la mera anécdota o maquillaje, incómoda por verídica más allá de su efectismo.

Una joven mujer Valeria (Natalia Solián), se entera que está embarazada y la noticia la recibe con alegría. Junto con su pareja, Raúl ( Alfonso Dosal), se dedican a preparar la llegada del bebé, hasta que una entidad siniestra, empieza a aparecerse pero solo la chica la puede ver.

El entorno de Valeria será inquietant­e y para poder salir adelante tendrá que enfrentars­e a su pasado y demonios internos. Relato que se sirve de raíces culturales, las cuales respeta, Huesera es transgreso­ra sin mezquindad­es. Es también un cine de entorno feminista en la que los personajes masculinos proveen debilidad: Raúl, a pesar de sus buenas intencione­s, de poco servirá ante el horror que enfrenta Valeria.

En el exterior es respetuosa de cierta convención, pero en el interior explota en planteamie­ntos que la convierten en una metáfora incluso valiente. Ha tenido buena recepción con los espectador­es del Festival, y puede dar una sorpresa con el premio del público.

El segundo caso Arthur Rambo, que presentó su director Laurent Cantent, sumerge al espectador y lo hace sin economías, en el terror asfixiante de las redes sociales y el uso de la libertad.

Su protagonis­ta , Karim ( Rabah Nait Oufella), es un joven escritor de París, de origen árabe. No reniega de su ascenso social y empieza a exudar cierta arrogancia. A punto de cumplir sus sueños de éxito, incluso le ofrecen ser director de la adaptación cinematogr­áfica de su más reciente novela, una torpeza, da a conocer antiguos twits cargados de ironía que lo confunden con un radical de pulsiones racistas.

Arthur Rambo, es un largometra­je fundamenta­l hoy en día y también provoca y vulnera. Por fortuna ese fue el tono de la segunda jornada de Festival.

Para el diseñador de producción Eugenio Caballero, el cine mexicano ha mostrado una enorme evolución técnica y narrativa en los últimos 30 años, periodo que él mismo fija pues, dice con cierta dosis de humor, “es lo que llevo ya en este negocio”.

Luego de recibir el Premio Cuervo en el Festival Internacio­nal de Cine de Morelia (FICM), el creativo platicó en exclusiva con Organizaci­ón Editorial Mexicana, y recordó que en su debut cinematogr­áfico era asistente de arte, un chico de 20 años que sin embargo ya era privilegia­do porque en ese entonces sólo se produjeron seis películas en todo el país.

“Era muy difícil pensar que se podía vivir de esto, que podríamos cambiar las cosas, pero lo logramos. Hoy se habla de 190 filmacione­s en un año, muchas de las cuales son tremendame­nte buenas, lo que no pasa en otras cinematogr­afías, porque no se trata sólo de cantidad, sino de calidad”, comentó.

El ganador del Oscar por El laberinto del fauno celebró que en el país haya una gama tan vasta de historias, desde lo más experiment­al hasta lo comercial, pasando por el cine de género. “Hay voces de directores, pero también voces de los demás

El año personajes que se involucran en la producción: los diseñadore­s de arte, los diseñadore­s de audio, los fotógrafos, que van más allá de lo técnico”.

Invitado a Morelia como parte del equipo de la película Bardo de Alejandro González Iñárritu, Caballero cree firmemente que festivales como este han contribuid­o a la calidad del cine mexicano.

“Te dejan mucho aprendizaj­e; yo vengo a ver y a conversar de esas películas, es un ambiente que me recuerda mucho mi juventud, cuando iba a los foros de la Cineteca Nacional, cuando te echabas tres o cuatro películas y no dejabas de hablar de ellas durante toda la noche, hasta que veías la siguiente y se quedaba la conversaci­ón todo el año. Eso se logra ahora en Morelia, porque además conectas con otras artes como la foto, la literatura, la música, y de ahí se forma el público, la comunidad”.

y Arthur Rambo,

EUGENIO CABALLERO DIRECTOR DE ARTE “(En los festivales) conectas con otras artes, la foto, la literatura, la música, así se forma el público, la comunidad”

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