“Me gusta la autoridad del negro, su gravedad, su evidencia, su radicalidad... El negro tiene posibilidades insospechadas”
PIERRE SOULAGES
Soulages nació el 24 de diciembre de 1919. Su padre, constructor de carrozas, murió cuando él tenía cinco años. Su madre lo crió sola y regenta además una tienda de artículos de pesca y caza.
El francés quería pintar, pero no le gustaban los colores de acuarelas y optó por recrear los árboles en invierno, las ramas desnudas, los efectos visuales de la nieve.
Durante una excursión escolar a la abadía de SainteFoy de Conques, en plena adolescencia, tuvo la revelación: sería pintor.
En vísperas de la Segunda Guerra
Mundial entra en la Academia de Bellas Artes de París, pero se salta los cursos y prefiere volver al sur y aprender por su cuenta en Montpellier.
Ahí conoce a Colette Llaurens, con quien se casa un año más tarde, con documentos falsificados gracias los cuales evitaría ir a trabajar a Alemania, como les ocurre a muchos jóvenes franceses.
Pierre y Colette se instalan en 1947 en París, donde los artistas Francis Picabia y Fernand Léger lo animan a seguir adelante.
La pintura abstracta domina durante esos años, pero en lugar de esa paleta de colores vivos (amarillos, azules, rojos), él prefiere trabajar con la humilde tintura de avellana, utilizada como barniz, y las brochas gordas de pintor.
Sus telas pronto causan sensación y en la década de los cincuenta entran en las colecciones de museos como el Guggenheim de New York o la Tate Gallery de Londres.
Usa técnicas como el raspado para jugar con el negro y yuxtaponerlo a otros colores como el rojo o el azul.
En 1979, trabajando sobre una tela totalmente negra, experimenta con una estrías y se da cuenta de que acaba de franquear un umbral.
“Era más allá del negro, estaba en otro espacio mental”, explicó. “En el bote con el que trabajo está escrito “negro”. Pero es la luz difusa de los reflejos la que me interesa”, dijo.
En 1986 pintó más de 100 vitrales para la abadía de Conques, obra inaugurada en 1994.
A finales de 2009 una gran retrospectiva de su obra logró medio millón de visitantes en el Centro Pompidou de París.