Reformas electorales
diferentes perspectivas, la iniciativa de reforma para cambiar toda una estructura institucional no queda en lo simple de una organización, menos aun en el cambio de unas siglas, tiene, desde luego, muchas características que la definen, especialmente aquella relativa a la democracia, donde, como todos saben, la ley debe emanar del pueblo; sin embargo, las otras connotaciones, así lo parece, tienen mucho que ver con intereses particulares, evidenciado en esa defensa a ultranza de los consejeros del Instituto Nacional Electoral, menoscabando lo que en otros tiempos fuera una institución de prestigio, hasta antes del cambio a su nomenclatura.
EAquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales. Mahatma Gandhi
n un proceso histórico, la institución encargada de organizar los procesos electorales tiene su origen considerando la Constitución de 1917, cuya promulgación ocurre el 5 de febrero de ese año, instituyéndose la Junta Empadronadora, las Juntas Computadoras Locales y los Colegios Electorales como organismos encargados de organizar y calificar los procesos para elegir al presidente de la República y los miembros del Congreso de la Unión.
En el periodo del presidente Manuel Ávila Camacho se promulga la Ley Federal Electoral y crea la Comisión de Vigilancia Electoral, conformada por el secretario de gobernación y otro miembro del gabinete, un diputado, un senador y dos representantes de los partidos políticos con mayor relevancia; asimismo, dentro de la misma ley, se ordena la creación de comisiones electorales locales y el consejo del padrón electoral.
Es en el año de 1973 cuando desaparece la Comisión Federal de Vigilancia y, en su lugar, el Congreso de la Unión aprueba la creación de la Comisión Federal Electoral; en este órgano participan con voz y voto los representantes de todos los partidos políticos con registro legal.
Después, para 1990, con omisión de otros eventos reformistas anteriores, obviamente importantes, que sirvieron de base para instituir, a través del Congreso de la Unión, la expedición del Código Fe
deral de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) y se ordena la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) a fin de contar con una institución imparcial que dé certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales.
Para los efectos, el Consejo General del IFE estaba integrado por: el presidente del Consejo, siendo el secretario de gobernación; seis consejeros magistrados, sin afiliación partidista, con una sólida formación académica y profesional en el campo del derecho, propuestos por el presidente de la República y aprobados por las dos terceras partes de la Cámara de Diputados; así como el nombramiento de otros funcionarios del instituto.
En este sucinto recorrido por la naturaleza del Instituto, es hasta 2014 cuando, además de las modificaciones constitucionales, también se le otorgan al Instituto las facultades para hacer nombramientos, igualmente la autoridad en la observancia sobre la aplicación de los recursos en los procesos de campaña por los diferentes partidos políticos.
Con todo lo referido anteriormente, el comentario adquiere el criterio sobre la inminencia de una nueva reforma, aunque en esta nueva intención no han encontrado las condiciones ideales para hacer los cambios; por el contrario, se han encontrado serias dificultades y obstáculos construidos a la luz de quienes todavía se encuentran disfrutando de todas las prebendas, traducidas en mucho dinero,
del cambio, todavía quienes se oponen han buscado diferentes formas para tratar de impedir que ésta pueda consolidarse, para ello, pretendieron denostar los resultados de una encuesta que favorecía las pretensiones del cambio, también buscó alianzas con algunos ministros religiosos, con el propósito de confundir a la feligresía invitándolos a no ser participes de un cambio atentatorio contra la democracia...
es decir, de los consejeros electorales, aunque hay algunas excepciones.
Ante la inminencia del cambio, todavía quienes se oponen han buscado diferentes formas para tratar de impedir que ésta pueda consolidarse, para ello, pretendieron denostar los resultados de una encuesta que favorecía las pretensiones del cambio, también buscó alianzas con algunos ministros religiosos, con el propósito de confundir a la feligresía invitándolos a no ser participes de un cambio atentatorio contra la democracia; por último, entre otras tantas cosas, orquestaron una encuesta cuyos resultados les fueron desfavorables, ante las circunstancias, ya no habrá manera de dar marcha atrás a la reforma y todo lo que en ella se encuentra establecido.
A manera de conclusión se puede determinar que, quienes abanderan una causa con apariencia de demócratas, son quienes han falseado información, han ocultado resultados de las encuestas sin aceptar que han perdido toda credibilidad, lo peor, es sobre aquello, díganse códigos, que pregonan, dicho de otra manera, ni certeza, legalidad y trasparencia, entre otras cosas, pueden ya tomarlas como bandera.
Por otro lado, aunque ya hubo deslindes, tampoco pudieron conseguir que el pueblo creyente aceptara las propuestas, basándose en la buena fe de la gente, para construir un marco de oposición a la reforma; finalmente, ahora se dice en la vox populi que los ciudadanos ya no tendrán forma de identificarse porque ya no existirá la institución que les acredite la ciudadanía, mucho menos su identidad; obvio, se acabaron las contradicciones y solo queda esperar la nueva reforma electoral.
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Ante la inminencia