La disyuntiva de México
Evoco la magistral obra de Agustín Yáñez, “Al filo del agua”, expresión campesina usual para ese momento en que hay una tormenta inminente sobre las tierras labrantías. La tormenta social cuyas nubes ahora oscurecen el horizonte, no fue la anterior elección presidencial, es la que en tiempos venideros habrá de debatirse. Con miras a la siguiente elección nacional. Es la disyuntiva entre un nuevo modelo social o permanecer en el “priato empanizado”, que campeó durante setenta años; sistema de rapiña social, marginación, corrupción, entrega de la riqueza al exterior. Perdida de la soberanía y de imposición de un modelo neoliberal ahora en declive. Predominio de las elites políticas económicas que se adueñaron de la riqueza social. O el surgimiento de un nuevo modelo, propuesto en las urnas, cuando la elección del Ejecutivo en turno. Personaje que ahora acciona congruentemente con su propuesta de campaña y lo hace, cercado, acosado por los intereses económicos y políticos afectados. Esta opinión no toma partido, pretende delinear el escenario para que apreciemos lo que nos convenga. En lo exterior, hoy como nunca somos dependientes de los vecinos del norte; somos su socio número uno. Economía indexada con aquellos. El neoliberalismo como esquema occidental no ha funcionado para las mayorías; sí, para las elites enriquecidas. Cincuenta y cinco millones de pobres en México es una brutalidad de miseria poblacional; en tanto, los super ricos mexicanos que se sienten afectados refugian su dinero en el exterior y subsidian movimientos internos para socavar al poder prevaleciente. El neoliberalismo fallido está dando pasos atrás en Europa y en Estados Unidos; sistema que se apoderó de la riqueza social, la concentró en unos cuantos; que ha esclavizado a las economías nacionales con créditos impagables y que dicta desde sus tribunas mundiales directrices convenencieras. La pobreza mundial quedó de manifiesto con la pandemia sanitaria, que evidenció la pobreza del orbe. Por eso es que en Estados Unidos y en Inglaterra, en lo inmediato, los grandes capitales pagarán más impuestos, y con ello, distribuir el bienestar y permitir la prevalencia de las sociedades, cerrando brechas para conjurar el fermento de las revoluciones. En EE. UU. el “super martes” electoral convirtió en victima a Trump y a sus aspiraciones ¿o acaso fue el sistema electoral quien camufleó los resultados? si así fuera, eso esconde, pero no extingue la pobreza social existente en la enorme faja central de la unión americana; en los barrios lumpen de las grandes ciudades, en los Ángeles. Sociedad desigual la de EE. UU. que tiene unos cuantos super ricos y millones de super pobres. No existe equidad, no hay bienestar, está en riesgo la paz de la sociedad. Ese, es el meollo del asunto. Cualquier sociedad para garantizar su bienestar social necesita equidad en los bienes, en los satisfactores. No nos engañemos, no es como algunos ricos declaran, que “que hay pobre porque no trabajan”. Lo son porque viven en un sistema que les ha cerrado la puerta; víctimas de la discriminación en todos los sentidos; en la educación, los alimentos, la cultura, el trabajo, etc. Lo son, porque los lideres sociales no han creado oportunidades para ellos; porque hay quienes se han apropiado abusivamente de lo que es de todos. México, después de setenta años de “priato empanizado”, padece una sentida violencia social, producto del desequilibrio tan profundo en la distribución de los bienes. La realidad es que tenemos el sistema electoral mas caro del mundo; exceso de diputados y senadores plurinominales que no quieren legislar, cabilderos de intereses poderosos que todos los días participan en la distribución de la bazofia desde la tribuna legislativa; vividores de la política que no quieren salir del presupuesto, donde se han enriquecido brutalmente. En el sistema de gobierno mexicano, la impunidad y la corrupción sentaron plaza en cada dependencia. En COFEPRIST, recién destaparon los drenajes asquerosos, pero cada dependencia tiene lo suyo en podredumbre. Por eso la ciudadanía de México, los electores estamos hastiados de tantas truculencias y, o seguimos fermentando el descontento social hasta que este nos destruya o miramos a otros rumbos que cuando menos dignifiquen la palabra bienestar. Esta es la filosa espada corta cuellos que amenaza la garganta. Estamos “al filo del agua”, la controversia social electoral escalará conforme se acerquen las elecciones. Los “x Gonzales” y demás desplazados del poder y la riqueza mal habida, arreciaran su pretensión de “pastorear” a la sociedad mexicana a conveniencia. Pareciera que habrá un movimiento semejante a una ola gigantesca, cuyo tamaño y potencia defina el rumbo por donde transitaremos como nación en los años venideros. ¡Estamos al filo del agua!