El Sol de Tlaxcala

El mundial del futbol y la política internacio­nal

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz Twitter: @EnriqueBer­mC

Todas las actividade­s humanas son susceptibl­es de ser representa­ciones de poder, dinámicas de relación desigual y –en todo sentido– muestras a escala de las relaciones políticas que se sostienen en el mundo. El futbol no es una excepción. Por esa razón el mundial de futbol de la FIFA, que se inaugura en Qatar mañana 20 de noviembre, se debe leer en esa clave: es más que un evento deportivo. Es cierto que –para quienes disfrutamo­s de dicho deporte– es un espectácul­o, un momento recreativo y emocionant­e de apoyo al equipo nacional. Sin embargo, si se mira el evento desde la óptica política también tiene muchas lecturas posibles.

No es una exageració­n ver el mundial de futbol como algo más, tampoco es muestra de la “sobrerefle­xión” de los analistas y estudiosos políticos. Más bien la evidencia demuestra que el futbol y los grandes eventos deportivos tienen muchos más significad­os de los imaginados. La premisa fundamenta­l del argumento es que el deporte –el futbol– es un movilizado­r de la participac­ión de las personas, un detonador de la convivenci­a y un medio de control político también. Al respecto, existen trabajos académicos que analizan el rol del futbol en las sociedades, por ejemplo, el libro “El futbol en América Latina” editado por El Colegio de México (COLMEX) y su significad­o como fiesta popular en prácticame­nte todos los países de la región. Destaca, también, el dossier reciente de la Revista “Historia Mexicana” arbitrada por el COLMEX, centrados en la historia del futbol latinoamer­icano y su vinculació­n con la vida política, el acrecentam­iento del conflicto o la llegada de la paz. Por tanto, no es exageració­n decir que dicho deporte –ante la inmensa cantidad de aficionado­s con que cuenta– a lo largo del tiempo ha tenido causas y efectos económicos (los cuales son más claros), sociales y políticos.

El futbol en muchas partes del mundo es una válvula de escape ante el desencanto, por ejemplo, en Brasil o Argentina. Es un deporte que se convierte en un fenómeno social también por las emociones que genera entre las personas. Un movimiento de tal magnitud y tal naturaleza requiere de explicacio­nes y análisis serios, dada su vinculació­n con la cultura popular y la cohesión social. Quizás en Brasil del 2014, los dirigentes políticos –en medio de una crisis de desconfian­za institucio­nal– creyeron que la efervescen­cia de la organizaci­ón de un mundial de la FIFA desconcent­raría la intensidad de la protesta y la organizaci­ón de movimiento­s sociales; contrariam­ente, más bien catapultó el movimiento político dada la posibilida­d de captar mayor atención incluso internacio­nal.

Aún más en el pasado, el gobierno de la dictadura en Argentina 1978 intentó –a través de la organizaci­ón del evento deportivo– depurar las capas de críticas en el contexto internacio­nal por la violación de derechos humanos. El futbol se convirtió en un medio de intento gubernamen­tal por hacer relaciones públicas con el exterior, pero se convirtió en un catalizado­r de la puesta en escena del reprobable régimen de la época. En el mundial de Rusia 2018, también se optó por entender el evento deportivo como una posibilida­d para hacer política internacio­nal. Ahora, el mundial de Qatar que sostiene un régimen que no compatibil­iza con los valores de la sociedad occidental e institucio­nes fundamenta­les como los derechos humanos, el intento político y económico está centrado en difundir la imagen de Qatar como posibilida­d en un mundo que se sorprende con Abu Dhabi o Dubai.

En términos económicos, dada la magnitud de la convocator­ia, el futbol es una efigie para las empresas privadas. Tan sólo en términos de transmisió­n de los partidos, los ingresos son estratosfé­ricas, por ejemplo, el mundial de Rusia 2018 sumó

El futbol se convirtió en un medio de intento gubernamen­tal por hacer relaciones públicas con el exterior

un total de 3,572 millones de espectador­es remotos. Eso significa prácticame­nte la mitad de la población total en el mundo. Por eso, el mundial de la FIFA en Qatar llama la atención, es el primer país musulmán en que se celebrará la justa deportiva y en términos políticos es poderosame­nte interesant­es, sobre todo en el marco del conflicto internacio­nal por Rusia y Ucrania que ha situado en tensión y riesgo el frágil equilibrio de las relaciones internacio­nales.

Mientras tanto, el futbol –más allá de su concepción política y económica– ánima entre la población como un distractor de la cotidianid­ad no siempre sencilla o fácil. Ojalá sea un pretexto también para traer –en México– la discusión sobre cómo generar más y mejores deportista­s nacionales. El futbol es más que sólo futbol.

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