El Sol de Tlaxcala

‘KHOR AL ADAID’

- POR JAVIER JUÁREZ Y LUIS GARCÍA OLIVO / ENVIADOS

Mesaieed. El futbol se detuvo. Qatar les dio una pausa a sus visitantes luego de 17 días seguidos de juegos.

La playa de Katara fue uno de los sitios predilecto­s para ir, los museos, el mercado de Souq Waqif, la Perla. Doha tiene muchos sitios para conocer, todos cercanos, sin embargo, ir al desierto es una las opciones más buscadas, más cara, lejana, pero la inversión económica vale la pena: camellos, paseos en motos y cientos de kilómetros de arena fina, blanca, les esperan a los visitantes.

El Diario de los Deportista­s también realizó el recorrido al lado de aficionado­s croatas, argentinos y franceses.

El desierto de Qatar se encuentra a escasos 50 kilómetros del centro de Doha, la mejor opción para ir hasta ese lugar es en automóvil, distintas compañías de turismo ofrecen un paquete para acudir a las Dunas, subirse al camello, rentar motociclet­as y tomar té tradiciona­l. El costo promedio es de 450 ryales, es decir, 2 mil 500 pesos mexicanos por persona aproximada­mente.

La mejor opción es ir temprano, tener luz para apreciar todo, en Doha el sol se oculta a las 17:00 horas o antes.

Los guías de viaje son foráneos, a nosotros nos tocó Noor de Pakistán, dicharache­ro, alegre, siempre mostró buena cara hasta que le tocó un tráfico inusual.

La primera parada para los visitantes son las motos, vehículos exclusivos para escalar las dunas. Las motos más pequeñas son para los niños y luego siguen unas cuatrimoto­s, las cuales pueden ser individual­es o en pareja. Los precios también son diferentes, los vehículos más caros llegan a los mil 200 ryales, es decir, 6 mil pesos mexicanos.

La renta puede ser de una hora o media hora, el manejo de la moto es fácil, acelerar y frenar, solo eso. Los guías les piden a los visitantes abrocharse los cinturones, tener cuidado, no manejar rápido si no son expertos y usar casco todo el tiempo.

Al más puro estilo de Ali Baba, la aventura crece, con una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora se da pie a manejar sobre las dunas a la orilla del Golfo Pérsico, con ascensos y picadas prolongada­s y desenfrena­das, la velocidad se convierte en una adrenalina increíble.

La sensación es única y en muchas ocasiones se da la impresión de salir del auto, pues entre la velocidad y el sumergirse a la arena da ese aspecto de desaparece­r en pleno desierto. Fina, como si se tratara de una suave harina, la arena forma una ligera capa en rostro y brazos, un fino maquillaje se impregna en todo aquel que lo visita.

Sol a plomo, sed por doquier y rayos fulminante­s dan tiempo para enmarcar grandes fotografía­s con el efecto de las contraluce­s en

Doha está rodeado de zonas desérticas, hacia el Sur, se le conoce como el desierto ‘Khor al Adaid’ y es una de las joyas del país.

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