El Sol de Tlaxcala

El nacimiento del mito

DE LA APARICIÓN DE PELÉ, EL MEJOR JUGADOR EN LA HISTORIA, ENTONCES CON 17 AÑOS

- POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA

Cuando fui al estadio Nya Ullevi, había 50 mil personas con ganas de ver al pequeño niño negro que llevaba el número 10. Muchos me vieron como una especie de mascota” PELÉ

EX DELANTERO BRASIL

Como si se tratara de un maestro del engaño, Pelé tenía la facultad de verse con mayor edad de la que enía.

Los campos suecos, durante el Mundial de 1958, escuchaban el rumor de un futbolista de apenas 17 años, pero cuando los aficionado­s lo veían jugar tenían la impresión de estar ante la figura de un veterano.

Es la virtud de los elegidos. El pequeño Edson Arantes do Nascimento irrumpió en el futbol con fuerza y desde muy joven se hizo leyenda. El mundo entero estaba a sus pies.

La actuación de Brasil en Suecia 1958 es la historia de una revancha. Pelé estuvo a punto de perderse el Mundial debido a una lesión sufrida durante un amistoso, pero las ganas de desquitar la derrota en el estadio Maracaná ante Uruguay, ocho años antes, eran demasiadas. Las palabras a su padre cuando le prometió el título jamás pesaron, al contrario, fueron apenas el inicio de una historia maravillos­a.

Pelé comenzó el torneo en la banca, pero como buen héroe apareció cuando las cosas se complicaro­n.

Un gol ante Gales y dos más en contra de la Francia del goleador Just Fontaine lo llevaron al partido definitivo, disputado frente al combinado anfitrione­s.

El futuro Rey saltó al campo del estadio Rasunda en medio de un fenómeno único: en apenas días pasó de ser una promesa para convertirs­e en realidad. Su frescura apuntalaba una delantera poderosa, conEdvaldo Izidio Neto, más conocido como Vavá; Nélson de Jesús e Silva, Dida; y el también debutante Manuel Francisco dos Santos, Garrincha.

Aquella tarde del 29 de junio comenzó difícil para Brasil. No tanto por tener al estadio entero en contra. Ese mito de que la gente juega había quedado dramáticam­ente desmontado años atrás. El problema era en que muy pronto, con sólo cuatro minutos de juego, Suecia se adelantó en el marcador con un gol de Nils Liedholm.

Como si el guion ya estuviera escrito y supiera de antemano el final, Brasil siguió su juego, consciente de que era superior y que cuando eso ocurre, tarde o temprano, la balanza terminaría a su favor.

La justicia llegó rápido y con un doblete de Vavá la escuadra sudamerica­na se fue al descanso con la ventaja.

Fue en el segundo tiempo cuando Pelé comenzó a tejer su historia. El número 10 fue capaz de reinventar la posición.

La tendencia asociativa del brasileño quedaba de manifiesto en cada jugada. El ritual consistía en tocar al espacio y atacar de inmediato la zona desprotegi­da.

Otras veces, según la situación, el genio se imponía en solitario, como si en él se encontrara­n de golpe todas las virtudes de un futbolista.

Así llegó su primer gol. En un balón dominado cerca del punto de penalti. Pelé controló con el pecho y al bote levantó la esférica casi al cielo. La imagen del cuero volando sobre la cabeza del defensor Bengt Gustavsson resultó icónica.

Cuando el tiempo por fin siguió su curso y la redonda bajó de nuevo al mundo terrenal, el delantero, recién convertido en

Rey, remató de aire con la pierna derecha. Entonces, la pelota besó la red y quedó para siempre enamorada. Todavía, cuando el partido agonizaba y Brasil ya se sentía campeón, Pelé, con 17 años y 237 días de edad, completó su catálogo de delantero letal con remate de cabeza. El gol fue anecdótico porque todo estaba dicho ya.

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Comenzó a escribir su historia como el campeón más joven hasta ahora.

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