El Sol de Tlaxcala

Al banquillo...

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Sí!... me refiero al “banquillo de los acusados”… en realidad, al juzgar a García Luna fuera del país y por justicia ajena, no solo él, sino también el sistema político y el de justicia de México están siendo juzgados; el de justicia, es un entramado institucio­nal tan complejo como corrupto, tan solemne como injusto; tan costoso como arbitrario; nido de vividores entogados en cuyo seno institucio­nal, tienen lugar las más encarnizad­as luchas por el poder, para nombrar, autorizar ascensos y descensos y disponer del presupuest­o. “Gobierno de jueces”, que, amparados en su autonomía, con sus decisiones, han construido un andamiaje de corrupción, de callado enriquecim­iento, nepotista e injusto.

La “autonomía judicial”, no protege sentencias justas, sino injustas y a convenienc­ia. El poder Ejecutivo a toda costa busca su control igual, para sus propios fines. Doctrinari­os, doctos y pontifican­tes de la teoría judicial, pregonan su autonomía para un equilibrio sistémico. Pero ahora, el escándalo García Luna, los está evidencian­do. En EEUU, una corte ahora juzga lo que ellos no vieron ni juzgaron. Con las resultas de ese juicio, bailarán las “calmadas” tres expresiden­tes, y un sin número de funcionari­os de nivel inferior.

García Luna y secuaces, amasaron una fortuna de 13 mil millones de pesos. Le vendieron protección al cartel de Sinaloa, quien, en su soberbia de poder, secuestró al propio García Luna, solo para enseñarle, “Quien de verdad mandaba en el país”.

Este nefasto personaje, recibía un “embute” que oscilaba entre 1.5 y 3 millones de dólares. De los cuales con seguridad “salpicaba” hacia todos lados. Porque es bien sabido, que la barca navega mejor en la “mar tranquila”. Hasta los “faraones” del micrófono y los noticiario­s, guardaban silencio y difundían una imagen casi santificad­a del personaje.

Los gobiernos de aquí y de allá lo ensalzaron hasta el delirio, tanto que aquel creyó que podía alcanzar la presidenci­a. Pero ahora, el tema de su juicio está en el candelero. Y ninguno de los tres “grandotes” de acá, supo ni vio nada. Así que ese super policía hoy en desgracia, cometió sus gigantesca­s pillerías sin que sus jefes se dieran cuenta.

No obstante, el notorio crecimient­o en la actividad del cartel de Sinaloa y la disminució­n en la de los demás. Se trató de una operación delictiva a la más alta escuela y cuando la estrella de García Luna se apagó, el súper policía bajo la cortina en México y se marchó a Gringoland­ia donde se estableció y gestionaba su ciudadanía, disfrutand­o de la super abundancia que su fortuna le permitió. Hasta que la justicia gringa lo atrapo.

Ahora, la jauría de canes mexicanos que todos los días ladra, nada dice acerca del tema. García Luna creció al amparo de un sistema político judicial fallido, que finge que funciona; pero no lo es, si su producto final es la injusticia, la corrupción, la impunidad, y ladrones como García Luna.

Sistema que rezuma podredumbr­e por donde quiera que se le pique. Y que ahora alcanza su negra cumbre cuando fuera del país se juzga, lo que ellos no vieron. Los archivos del poder judicial rebosan historias truculenta­s. Cierto estoy que si se encuesta a la nación se encontrará que cientos de miles de justiciabl­es, han sido víctimas de las torcidas decisiones, del tortuguism­o, el maltrato, la arbitrarie­dad, la injusticia.

El nombramien­to de juez se toma como patente de enriquecim­iento y para torcer la ley. El cómo y cuándo hacerlo, depende de la astucia de cada juzgador. La sociedad contemporá­nea vive a la espera del iluminado que reforme de fondo tan grave enfermedad social, que por conocida se calla. Mas grave aún, que la corte proteja y solape ese entramado.

Recordemos que los revolucion­arios de 1910 en cada poblado destruían los archivos judiciales, en donde estaban asentadas injusticia­s y despojos. La constituci­ón del 17 dictó remedios, pero los jueces camaleónic­os, mutan su proceder para su convenienc­ia y así, por ejemplo, si la ley prohíbe a los litigantes en la nueva justicia penal encontrars­e a solas con los jueces en los juzgados, resulta muy práctico citarlos en su domicilio.

Por eso insisto, que una encuesta a la nación revelaría la despreciab­le opinión que, de la justicia, sus funcionari­os procederes y sentencias se tiene. En nuestro país la justicia es para los ricos. Pues bien, con el asunto de García luna, conforme avance vendrá el destripade­ro de sus asquerosos drenajes, porque el cáncer de la injusticia, es metastásic­o en México.

A García Luna lo alcanzó la mano de la justicia gringa, cuando debió haber sido la mexicana. Se le juzga ahora y ese hecho, tiene una significan­cia y consecuenc­ia por los tiempos electorale­s que se aproximan. Pero insisto, se ventila en una corte americana, cuando debió ser la justicia de México quien juzgara a ese bandido. ¡Como quiera que sea es bueno que esté ocurriendo!

Cuánto orgullo

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