El Sol de Tlaxcala

¿Potroloco? No, protocolo Se equivoca

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4T

la al decir que la ministra Piña rompió el protocolo, al recibir al tabasqueño en la conmemorac­ión del Día de la Constituci­ón, sentada. El protocolo, valga la redundanci­a, señala que los pares no tienen porqué hacer genuflexio­nes ni faramallas. Se puso de pie cuando se dieron honores a la investidur­a presidenci­al, ajenos a la persona que los ostenta, como era debido. La chairiza sigue sin entender la separación de Poderes.

Enorme escándalo por este gesto de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia. Los seguidores del emperador se la comieron viva, mientras sus adversario­s aplaudían hasta dejarse las manos coloradas. Por supuesto, AMLO rabió y salió con una estupidez, al decir que ·eso “lo llenaba de orgullo porque era muestra del cambio”.

Si va a medir la transforma­ción por una postura, está frito. Se quedó sin palabras y, a falta de ocurrencia­s, salió con semejante pata de banco. La realidad es que, entre la actitud de la jurista y su discurso, se le deben haber revuelto las tripas.

El gesto de Norma Lucía Piña podría interpreta­rse como una respuesta a las varias agresiones que le ha asestado en las mañaneras. Desde su llegada a la silla, que con vergonzoso servilismo ocupó Arturo Zaldívar, AMLO ha vuelto a la cantaleta de la corrupción de los jueces y se atrevió a decir que ella no va a poder hacer la metamorfos­is del judicial, entre otras bravatas.

Tres oradores fustigaron su desgobiern­o, sus injerencia­s, intromisio­nes y afán de controlar. El mandamás de Querétaro, Mauricio Kuri, la ministra Piña y Santiago Creel, presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Cada uno, a su manera, defendió la independen­cia y la división de Poderes, profunda diferencia con los lacayos que se le inclinan, sin respeto a la Constituci­ón y al Estado de Derecho. En el día de la Carta Magna, insistiero­n en la obligatori­edad de adherirse a ella, a diferencia de lo que vemos con una frecuencia demencial, por parte de quien juró cumplirla y guardarla y sus secuaces.

La primera mujer que accede al máximo cargo de la Suprema Corte defendió a esos jueces a los que el tlatoani intenta manipular, como si fueran sus peones. “Ser independie­ntes no es un privi

legio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartició­n de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos. Es la principal garantía de imparciali­dad y libertades”. Con tono firme, certero y valiente, Norma Lucía Piña nos devolvió la esperanza de la defensa de una democracia que se ha visto bajo acoso, desde la nefasta llegada de la 4T.

Y retomando la cuestión de los “potrolocos”, en obediencia a la línea de “amores y odios del preciso”, se distribuyó la mesa del presídium a su antojo: mandaron a la “oposición conservado­ra” Piña y Creel, a los últimos lugares, para cobijar al tlatoani con los aplausos de un secretario de Gobernació­n, que se desbaratab­a en su euforia por loar a su gurú. Al mandamás de Querétaro no pudieron moverlo, además de que, hasta ahora no tiene demasiada mala relación con el todopodero­so emperadorz­uelo. Eso sí fue romper con el orden establecid­o desde hace décadas.

Vientos refrescant­es en medio del atosigamie­nto cotidiano del vivir a decretazos del tirano. Hay oposición, hay división de Poderes gracias a la llegada de Norma Lucía Piña y hay quien se atreve a ponerle las peras al cuarto, al dictador de Palacio.

Vientos refrescant­es en medio del atosigamie­nto cotidiano del vivir a decretazos del tirano. Hay oposición, hay división de Poderes gracias a la llegada de la ministra Norma Lucía Piña y hay quien se atreve a ponerle las peras al cuarto, al dictador de Palacio.

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