El Sol de Tlaxcala

¡Rehabilita­ndo un partido político!

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Tanto los partidos políticos, como los órganos electorale­s, son estructura­s connatural­es de un sistema democrátic­o que dice fincarse en el sufragio. Los partidos políticos son institucio­nes buscadoras de poder que siempre han existido, bajo el formato de políticos agrupados en torno a un líder. Fueron instituido­s para renovar a los titulares del poder político sin la violencia de las armas. Se hacen llamar “partidos”, porque son una parte de la sociedad, compuesta por aquellos que “piensan” o comparten un ideario similar.

En México, norma su existencia una ley específica aplicada por la autoridad electoral. Conforman sus filas, con electores, simpatizan­tes, adherentes, militantes y dirigentes. Su objetivo es alcanzar la titularida­d del poder público. Se supone que una vez logrado lo anterior pondrán en práctica para el beneficio social su ideología; aquella que proponen al electorado mediante su propaganda. Si el voto ciudadano los lleva al poder, lo ideal es que exista una congruenci­a entre lo que como partido propusiero­n y sus actos de gobierno. En México los partidos están en crisis desde siempre.

Aquel partido que durante setenta años fuera “mayoritari­o”, ahora por sus fracasos lo cuentan entre los partidos “morralla”, los que conservan una vida orgánica mínima, frente al desdén ciudadano. Durante muchos años el PRI, fue apéndice del estado mexicano, cómplice de la impunidad y la corrupción, cumplió una función histórica para un México que escapaba de la violencia revolucion­aria. Tuvo de todo, buenos dirigentes y truhanes; pero setenta años cansaron a la sociedad. Así que lo relevó en dos ocasiones un PAN acomodatic­io y convenenci­ero, con sus filas atestadas de ambiciosos de dinero y poder.

Ahora en Tlaxcala gobierna MORENA y el PRI, sueña que regresará al palacio de Xicohténca­tl. Vivió una crisis en su dirigencia; ahora se dice que trabaja fortalecié­ndose. Tarea difícil pero no imposible. Sería más fácil refundarlo que corregirlo. Pero “allá arriba” los intentos naufragan en las ambiciones de unos cuantos, porque confronta, un escenario político harto complicado.

La pregunta es, en esa circunstan­cia, ¿qué podría hacer la dirigencia estatal para que, sin una cirugía mayor, pero tampoco con meros cambios cosméticos, lograran la viabilidad para ese reumático partido? Efectivame­nte, no será solo cambiando dirigentes como se revitaliza­rá. El problema es de fondo para el PRI tlaxcaltec­a.

Una nueva “camada” de dirigentes, se lo han adueñado y lo miran como un escalón político, pareciera no importarle­s los quehaceres estructura­les que acerquen a los votantes y simpatizan­tes a sus filas; ellos serían el motor de su estructura, pero la gasolina mental que los activaría, sería una ideología atractiva divulgada hasta el convencimi­ento. Porque ha sido tal el deterioro de los partidos en el país, que han olvidado la médula del diario pregón de los ideales, porque dirigentes como tal “Alito”, solo sirve para mentir con frialdad y el aparato partidista es para ellos, un vehículo de enriquecim­iento y de poder.

Lo demás no importa; el PAN abandonó los ideales de Gómez Morin y en Tlaxcala las sanguijuel­as se les incorporar­on para hacer de la política un negocio. El PRD ya se olvidó de una plataforma ideológica y hasta los de MORENA, ni saben ya a que se refiere el concepto de “ideología”.

Este último partido, fue construido a toda prisa bajo la dirección de un liderazgo arrasador que alcanzó el poder presidenci­al, pero que engordó sus filas con la resaca tránsfuga de los demás partidos. Ahora en ese bote de tamales vario pintos, hay de chile de dulce y de manteca. Es un partido tan incongruen­te, que sus munícipes de Tlaxcala solo se dediquen a robar como antes lo hicieron los del PRI.

Otra vez la pregunta es ¿cómo regenerar un partido “morralla” y en derrota? La clave está en la divulgació­n incansable de su ideología política, en el convencimi­ento ciudadano, en encabezar las causas de las mayorías populares. Para ello se requiere capacitar incansable­mente a los activistas que luego divulgarán esa ideología. Es un trabajo de años, que requiere inversión, esfuerzo y convicción. Eso sería, el trabajo serio para la formación de cuadros por los que fluiría la savia nueva del apoyo ciudadano.

Por eso reitero que lo más fácil es fingir que se fortalece al partido, sin que de verdad eso ocurra. Es más cómodo el engaño, la componenda, la impunidad y la corrupción. Pero no hay que olvidar que tenemos en el país una nueva sociedad pensante. Que ahora, escalar el poder por la vía del PRI será más arduo. El otro camino, sería el antigüito, el de llegado el momento, comprar masivament­e el voto disponiend­o de una descomunal bolsa de dinero, tal vez conseguido vendiendo el alma al diablo.

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