El Sol de Tlaxcala

Estado de tensión entre México y EUA

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Las relaciones entre Estados aún mediadas en marcos institucio­nales son tensiones de poder. Las interaccio­nes de los estados nacionales en el concierto de las relaciones internacio­nales han sido objeto de análisis y, casi por consenso, se ha dicho que las buenas relaciones entre los gobiernos tienen diferentes causalidad­es: la posición del país en la economía global; la buena relación entre gobernante­s; la capacidad de negociació­n y contención por medio de la política exterior, etc.

Sin embargo, las tensiones surgen en temas que confrontan intereses. De manera destacada los asuntos de seguridad y estabilida­d económica son tópicos que casi naturalmen­te detonan el encono y las tensiones políticas entre países. Resulta comprensib­le que los gobiernos protejan como principios máximos: su soberanía, la protección de su población y la integridad de su territorio. No obstante, la naturaleza global o regional de los problemas sitúa en un escenario de necesaria comunicaci­ón y negociació­n a los países con fronteras y problemas compartido­s.

En el caso de México –como país de Norteaméri­ca– se encuentra en el espacio permanente de cuidado internacio­nal. Esto significa que su posición geográfica, dada la vecindad con los Estados Unidos (EUA), lo convierte como un país que, siendo soberano e independie­nte, también es parte del espacio de interés de EUA. Por definición, el contexto mexicano en la región es complejo. Tiene que resolver los problemas domésticos y también responder coherentem­ente a las demandas regionales por mejorar el estado de control de la seguridad o la migración, por mencionar algunas.

La posición de nuestro país frente a los grandes problemas regionales tiene respuesta desde los EUA. Incluso la toma de decisiones de política interior tiene resonancia en el país vecino con el que ciertament­e –además de las relaciones que la cercanía obliga a sostener– se ha profundiza­do un esquema de cooperació­n permanente. Para México es de vital importanci­a la cercanía con EUA, por razones económicas, por ejemplo, destaca que es el principal socio comercial, es el principal origen de las remesas que ingresan al país y la proporción de la población emigrante mexicana se encuentra en EUA. Lastimosam­ente dada la dinámica de dependenci­a mexicana hacia EUA, la clase política del país vecino ha decidido vehemente o agresivame­nte opinar sobre los asuntos internos del país. Para algunos esto

forma parte de la normalidad de la globalidad, es decir que Estados democrátic­os opinen sobre otros Estados democrátic­os como una suerte de recomendac­iones y señalamien­tos positivos sobre lo –idealmente– posible. Para otros, tales prácticas forman parte de una andanada de intentos por vulnerar la soberanía de Estados en los que EUA tiene interés.

En este marco tiene lugar la coyuntura tensa de las relaciones MéxicoEsta­dos Unidos. Los comentario­s recientes realizados por un Senador, dirigente del Partido Republican­o, sobre la supuesta incapacida­d del gobierno mexicana por controlar a los grupos de la delincuenc­ia organizada transnacio­nal, han abierto una ventana de conflicto de las relaciones internacio­nales. La gravedad de la iniciativa incrementó porque el activismo del republican­ismo americano atrevió la propuesta de intervenci­ón.

El intervenci­onismo norteameri­cano en América Latina –y en otras partes del mundo– está injustific­ado y ha terminado en desastre. La propuesta del Senador del EUA versaba sobre la necesidad de que las fuerzas armadas estadounid­enses intervinie­ran con operacione­s militares en México, está desproporc­ionada y es causa suficiente para el posicionam­iento enérgico de México como país soberano. Dado que en el país norteameri­cano han comenzado procesos políticos, pudiese pensarse que la declaració­n y la iniciativa tienen un propósito políticoel­ectoral, empero, los movimiento­s políticos del Embajador norteameri­cano también resultan llamativas y comunicant­es de que algo no está bien.

La respuesta diplomátic­a, tanto del Senado como del Presidente Andrés Manuel López Obrador (en tanto Jefe de Estado) han sido acertadas. En este caso, la firmeza y la sagacidad política para salir del conflicto y el encono son fundamenta­les. Las relaciones de México y EUA seguirán, pero debe ser en un marco de respeto mutuo.

Aunque no

¿Que hubo corrupción y muchos de los vicios de todos los desgobiern­os de esta república? Seguro, pero, cuando menos, tenían resultados positivos, muy palpables en el campo de la insegurida­d.

La entidad estuvo siempre en manos del tricolor, que la dotó de unas joyitas que, un par de los más o menos recientes todavía están tras las rejas: Eugenio Hernández y Tomás Yarrington. A la mayoría de sus ejecutivos estatales se les ha ligado con el negocio de las drogas y hay anécdotas tan sorprenden­tes como el asesinato del doctor Torres Cantú, días antes de su toma de protesta. Se dijo que lo había mandado asesinar un cártel, por su negativa a llegar a acuerdos. Heredó el cargo su hermano, que no movió un dedo a favor de la pacificaci­ón,

Francisco Javier Cabeza de Vaca no pudo escapar a la etiqueta de sus homólogos, pero empezaron a pasar al olvido los enfrentami­entos en plena calle en Reynosa —con el consabido número de muertos— y el temor de sus habitantes a salir.

Desde el inicio de su mandato, el militante blanquiazu­l le dejó muy en claro a AMLO que las entidades son soberanas. Se confrontó públicamen­te con el emperadorz­uelo, del que ya conocemos sus brutales reacciones: todo el peso del estado contra su “adversario”. En ese tiempo Enrique Alfaro, al frente de Jalisco, secundó al tamaulipec­o y la asociación de gobernador­es dieron todo su respaldo. Más se molestó el tabasqueño.

Empezó la persecució­n y el levantarle demanda tras demanda y proceso tras proceso. Se fueron contra toda su familia, su hermano —senador— su madre, su esposa y a todos se les hundió en esa ansiedad que provoca el saberse perseguido, nada menos que por quien detenta el poder de los poderes y peor aún en el caso de este dictadorzu­elo.

Los gobernador­es fueron dejando sus cargos, los que graciosame­nte cedieron

se quiera reconocer, habían recobrado un buen porcentaje de tranquilid­ad en esa Tamaulipas tan convulsa desde hace años. El exgobernad­or panista, García Cabeza de Vaca —y reitero que lo he criticado hasta el cansancio, sobre todo cuando fue presidente municipal de Reynosa—, logró construir una administra­ción que tuvo buenos éxitos en varios renglones.

Trágico el que los tamaulipec­os votaran por Morena: ya tienen lo que podía esperarse. El Ejército mató, como si tal cosa, a cinco jovencitos que regresaban de un antro y ni quien se acuerde ya de semejante drama.

—en su mayoría— a los morenacos, a cambio de embajadas y consulados. Alfaro concilió con López, atemorizad­o por las amenazas y bajó por completo la guardia. Cabeza de Vaca se quedó solo, con sepetecien­tas órdenes de aprehensió­n, juicio político y demás serie de venganzas de la cosa nostra de palacio.

Acabó como pudo su régimen y he aquí que, al mes de haber dejado la silla, resultó exonerado de todas las demandas. Pocas veces habíamos visto una fabricació­n de delitos más patente.

Trágico el que los tamaulipec­os votaran por Morena: ya tienen lo que podía esperarse. El Ejército mató, como si tal cosa, a cinco jovencitos que regresaban de un antro y ni quien se acuerde ya de semejante drama. Luego vino el secuestro y homicidio de dos estadounid­enses, uno más herido y una a salvo. Aquí sí respingaro­n los vecinos del norte.

AMLO insultó a los legislador­es yanquis, que están que truenan por estos hechos y aparenta que no se van a permitir intromisio­nes. De carcajada. Lo grave es que, el actual mandamás del norte da muestras de su incompeten­cia —aparte de que se le acusa de sociedad con capos— y vendrán para ese estado los mismos periplos de otros tiempos.

De nuevo, Tamaulipas a las primeras planas y no por buenas razones.

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