Estado de tensión entre México y EUA
Las relaciones entre Estados aún mediadas en marcos institucionales son tensiones de poder. Las interacciones de los estados nacionales en el concierto de las relaciones internacionales han sido objeto de análisis y, casi por consenso, se ha dicho que las buenas relaciones entre los gobiernos tienen diferentes causalidades: la posición del país en la economía global; la buena relación entre gobernantes; la capacidad de negociación y contención por medio de la política exterior, etc.
Sin embargo, las tensiones surgen en temas que confrontan intereses. De manera destacada los asuntos de seguridad y estabilidad económica son tópicos que casi naturalmente detonan el encono y las tensiones políticas entre países. Resulta comprensible que los gobiernos protejan como principios máximos: su soberanía, la protección de su población y la integridad de su territorio. No obstante, la naturaleza global o regional de los problemas sitúa en un escenario de necesaria comunicación y negociación a los países con fronteras y problemas compartidos.
En el caso de México –como país de Norteamérica– se encuentra en el espacio permanente de cuidado internacional. Esto significa que su posición geográfica, dada la vecindad con los Estados Unidos (EUA), lo convierte como un país que, siendo soberano e independiente, también es parte del espacio de interés de EUA. Por definición, el contexto mexicano en la región es complejo. Tiene que resolver los problemas domésticos y también responder coherentemente a las demandas regionales por mejorar el estado de control de la seguridad o la migración, por mencionar algunas.
La posición de nuestro país frente a los grandes problemas regionales tiene respuesta desde los EUA. Incluso la toma de decisiones de política interior tiene resonancia en el país vecino con el que ciertamente –además de las relaciones que la cercanía obliga a sostener– se ha profundizado un esquema de cooperación permanente. Para México es de vital importancia la cercanía con EUA, por razones económicas, por ejemplo, destaca que es el principal socio comercial, es el principal origen de las remesas que ingresan al país y la proporción de la población emigrante mexicana se encuentra en EUA. Lastimosamente dada la dinámica de dependencia mexicana hacia EUA, la clase política del país vecino ha decidido vehemente o agresivamente opinar sobre los asuntos internos del país. Para algunos esto
forma parte de la normalidad de la globalidad, es decir que Estados democráticos opinen sobre otros Estados democráticos como una suerte de recomendaciones y señalamientos positivos sobre lo –idealmente– posible. Para otros, tales prácticas forman parte de una andanada de intentos por vulnerar la soberanía de Estados en los que EUA tiene interés.
En este marco tiene lugar la coyuntura tensa de las relaciones MéxicoEstados Unidos. Los comentarios recientes realizados por un Senador, dirigente del Partido Republicano, sobre la supuesta incapacidad del gobierno mexicana por controlar a los grupos de la delincuencia organizada transnacional, han abierto una ventana de conflicto de las relaciones internacionales. La gravedad de la iniciativa incrementó porque el activismo del republicanismo americano atrevió la propuesta de intervención.
El intervencionismo norteamericano en América Latina –y en otras partes del mundo– está injustificado y ha terminado en desastre. La propuesta del Senador del EUA versaba sobre la necesidad de que las fuerzas armadas estadounidenses intervinieran con operaciones militares en México, está desproporcionada y es causa suficiente para el posicionamiento enérgico de México como país soberano. Dado que en el país norteamericano han comenzado procesos políticos, pudiese pensarse que la declaración y la iniciativa tienen un propósito políticoelectoral, empero, los movimientos políticos del Embajador norteamericano también resultan llamativas y comunicantes de que algo no está bien.
La respuesta diplomática, tanto del Senado como del Presidente Andrés Manuel López Obrador (en tanto Jefe de Estado) han sido acertadas. En este caso, la firmeza y la sagacidad política para salir del conflicto y el encono son fundamentales. Las relaciones de México y EUA seguirán, pero debe ser en un marco de respeto mutuo.
Aunque no
¿Que hubo corrupción y muchos de los vicios de todos los desgobiernos de esta república? Seguro, pero, cuando menos, tenían resultados positivos, muy palpables en el campo de la inseguridad.
La entidad estuvo siempre en manos del tricolor, que la dotó de unas joyitas que, un par de los más o menos recientes todavía están tras las rejas: Eugenio Hernández y Tomás Yarrington. A la mayoría de sus ejecutivos estatales se les ha ligado con el negocio de las drogas y hay anécdotas tan sorprendentes como el asesinato del doctor Torres Cantú, días antes de su toma de protesta. Se dijo que lo había mandado asesinar un cártel, por su negativa a llegar a acuerdos. Heredó el cargo su hermano, que no movió un dedo a favor de la pacificación,
Francisco Javier Cabeza de Vaca no pudo escapar a la etiqueta de sus homólogos, pero empezaron a pasar al olvido los enfrentamientos en plena calle en Reynosa —con el consabido número de muertos— y el temor de sus habitantes a salir.
Desde el inicio de su mandato, el militante blanquiazul le dejó muy en claro a AMLO que las entidades son soberanas. Se confrontó públicamente con el emperadorzuelo, del que ya conocemos sus brutales reacciones: todo el peso del estado contra su “adversario”. En ese tiempo Enrique Alfaro, al frente de Jalisco, secundó al tamaulipeco y la asociación de gobernadores dieron todo su respaldo. Más se molestó el tabasqueño.
Empezó la persecución y el levantarle demanda tras demanda y proceso tras proceso. Se fueron contra toda su familia, su hermano —senador— su madre, su esposa y a todos se les hundió en esa ansiedad que provoca el saberse perseguido, nada menos que por quien detenta el poder de los poderes y peor aún en el caso de este dictadorzuelo.
Los gobernadores fueron dejando sus cargos, los que graciosamente cedieron
se quiera reconocer, habían recobrado un buen porcentaje de tranquilidad en esa Tamaulipas tan convulsa desde hace años. El exgobernador panista, García Cabeza de Vaca —y reitero que lo he criticado hasta el cansancio, sobre todo cuando fue presidente municipal de Reynosa—, logró construir una administración que tuvo buenos éxitos en varios renglones.
Trágico el que los tamaulipecos votaran por Morena: ya tienen lo que podía esperarse. El Ejército mató, como si tal cosa, a cinco jovencitos que regresaban de un antro y ni quien se acuerde ya de semejante drama.
—en su mayoría— a los morenacos, a cambio de embajadas y consulados. Alfaro concilió con López, atemorizado por las amenazas y bajó por completo la guardia. Cabeza de Vaca se quedó solo, con sepetecientas órdenes de aprehensión, juicio político y demás serie de venganzas de la cosa nostra de palacio.
Acabó como pudo su régimen y he aquí que, al mes de haber dejado la silla, resultó exonerado de todas las demandas. Pocas veces habíamos visto una fabricación de delitos más patente.
Trágico el que los tamaulipecos votaran por Morena: ya tienen lo que podía esperarse. El Ejército mató, como si tal cosa, a cinco jovencitos que regresaban de un antro y ni quien se acuerde ya de semejante drama. Luego vino el secuestro y homicidio de dos estadounidenses, uno más herido y una a salvo. Aquí sí respingaron los vecinos del norte.
AMLO insultó a los legisladores yanquis, que están que truenan por estos hechos y aparenta que no se van a permitir intromisiones. De carcajada. Lo grave es que, el actual mandamás del norte da muestras de su incompetencia —aparte de que se le acusa de sociedad con capos— y vendrán para ese estado los mismos periplos de otros tiempos.
De nuevo, Tamaulipas a las primeras planas y no por buenas razones.