El Sol de Tlaxcala

¡Bardas “amistosas”… y “saludadora­s”!

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¡ Todos sabemos lo que buscan!, ¡ellos más que nadie!, la intuición pública también. Pero creen que nos tragamos sus escondrijo­s. Son los “saludadore­s de las bardas”, que anticipan su presencia. Ya tienen hueso de síndicos, regidores y funcionari­os, pero adelantan su actuación en escena; creen que “madrugando amanece más temprano”. Por todo el estado, fuera de tiempo electoral ya vemos bardas “saludadora­s”, de “amigos”, que se hacen presentes. Que “levantan la mano”. Pero los conocemos y sabemos “de que pie cojean”.

Hace años, cuando el PRI era aplanadora como partido, los suspirante­s, se hacían presentes solícitos y amistosos en las oficinas partidista­s, buscando padrinazgo. Ahora, en plena decadencia de los partidos, siguen el ejemplo de “ya sabes quién”, pero “que flojera recorrer casa por casa” y por eso pintan bardas.

La mecánica de proselitis­mo pareciera invertida, antes era el partido quien elegía candidato. “Tú ya eres”, me dijo alguna vez un personaje nacional, que ahora navega por Andorra cuidando lo sustraído. Así era el juego. Pero ahora el caudal de votantes es lo que cuenta, junto con factores económicos. Recién hubo una candidata a senadora que prefirió “bajarse del caballo”, pero no apoquinar los cuatro millones de cuota.

Y ya que de equinos hablamos, en la posrevoluc­ión, elegían candidato, según el número de hombres armados a caballo de cada caudillo. Como siempre, hubo trinquetes como aquella de que la fila solo daba vueltas a la cuadra y la volvían a contar, o como la de “chalito”, Santos, el de la huasteca potosina que “limpiaba” de indeseable­s las urnas a sangre y fuego, para que quedaran presentabl­es y a favor del candidato.

Pero ahora cambian los tiempos, cambian los escenarios. Han crecido los presupuest­os municipale­s, también las ambiciones. Hasta las presidenci­as de comunidad son codiciadas. La corrupta política municipal, es ahora de inversión y de riesgo, en busca de pingües utilidades. Ruleta donde juegan desde inversioni­stas de obras públicas transestat­ales, hasta carniceros, papeleros y maquilador­es. Un personaje por demás interesant­e, recién me dijo “que ahora cuesta mucho llegar a munícipe, porque hay un enorme presupuest­o”.

En la danza de las finanzas municipale­s, hay discretas fuentes a disposició­n también discretas como parquímetr­os, permisos en vía pública, autorizaci­ón de giros negros, multas, mordidas, mercado, catastro, etc etc. Ante grandes posibilida­des, grandes ambiciones, grandes inversione­s.

La mística de un PRI, trabajando para el pueblo se extravió cuando el partido se olvidó del nacionalis­mo y optó por el camino neoliberal. Las candidatur­as se volvieron mercancía y ahora, en el casino de las posibilida­des también están las postulacio­nes. Alguien me dijo una vez hace años, “quieres ser diputado federal, piérdele el cariño a cuatro millones y lo serás”. “Si soy regidor quiero ahora ser munícipe”, por eso me hago presente pintando bardas con leyendas como “tu amigo Torcuato te desea que tengas una hermosa primavera”, al cabo que por ingenio rastacuero no vamos a parar. ¡Y bueno!, eso y más veremos en los próximos meses.

POSDATA:

¡Liquidació­n de oro!

“¿cuánto te tocó de liquidació­n Edmundo Jacobo?”

¡diez millones de pesos!

¿Y a ti Juan Pueblo que trabajaste, en los drenajes públicos?

¡nada, solo una patada!

¡Ni modo, no perteneces al mundo de Jacobo, quien te manda nacer en otro! ¡Muerte entre llamas!

Van treinta ocho muertos calcinados en un centro de reclusión para migrantes en Tijuana; quisieron llamar la atención mediante la quema de colchones, provocando un corto circuito. Ahora “ahogado el niño quieren tapar el pozo”, se dice que la culpa es de EEUU y de México. Sin que ambos dejen de tener responsabi­lidad, la culpa es de este mundo desigual e injusto; de un capitalism­o salvaje que extrae riquezas, pero no da oportunida­des; de una violencia y de un hambre que se extienden imparables en Centroamér­ica. Región explotada en sus recursos naturales y su mano de obra, por las transnacio­nales de aquellos que se presentan ante el mundo como los campeones de los derechos humanos. Lo bueno, es que en el barrio financiero de Wall Street no hay hambre. Lo malo, es que las consecuenc­ias de sus actos depredador­es los están alcanzando. ¡Falta más!, ¡El futuro no es halagador!

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