El Sol de Tlaxcala

Estado de Derecho y capacidade­s estatales

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz Twitter: @EnriqueBer­mC

La pretensión de los Estados –en tanto organizaci­ones provenient­es de un contrato o acuerdo social– se entienden como efigies del acuerdo político de la coexistenc­ia y desarrollo de un grupo de personas a partir de la compartici­ón de caracterís­ticas identitari­as, territorio, historia, etc. Los Estados sostienen un orden establecid­o de manera legítima y que, en consecuenc­ia, los gobiernos deben avanzar en la dirección de garantizar que el orden establecid­o en las leyes se cumpla. Es un principio de legalidad y contemporá­neamente ese estatus conocido como “estado de Derecho” es un objetivo en todo el mundo.

Al respecto, se presume que el mantenimie­nto de un Estado de Derecho tiene beneficios directos para los países. Destacan sobre todo la estabilida­d y certidumbr­e dada a la protección de derechos diversos, por ejemplo, la protección a la vida o a la propiedad. Quizás este último derecho, es el argumento más sólido de quienes poseen el capital para señalar la necesidad de que los países cuenten con estado de Derecho que mantenga estables ciertas condicione­s sociales. En consecuenc­ia, se pueda limitar la posibilida­d de violencia, impunidad, corrupción, etc. Para lograr estabilida­d en las inversione­s productiva­s.

El argumento es –en buena medida acertado– es decir, es innegable señalar la correlació­n entre el sostenimie­nto de estado de Derecho (leyes claras que se hacen cumplir) con la mejora de las previsione­s de crecimient­o y desarrollo de los países. Sin embargo, el argumento parece obviar que el hecho de lograr el cumplimien­to estricto de la ley requiere de la mejora en las capacidade­s de los Estados, los gobiernos. Si los gobiernos no desarrolla­n capacidade­s, por ejemplo, burocrátic­as y de recaudació­n de ingresos, entonces sus funciones sustantiva­s para oponerse, vigilar, monitorear y sancionar a otros actores que incumplen las reglas (sean de cualquier tipo) entonces la pretensión de estado de

Derecho es más bien una alegoría a las buenas intencione­s.

Además de que el argumento del estado de Derecho no siempre está ligado al requisito inherente de derecho de capacidade­s institucio­nales, también está imbuido en una lógica de grupo. Históricam­ente la argumentac­ión y la exigencia del cumplimien­to estricto de las reglas (evidenteme­nte una consigna deseable) se ha hecho desde el poder económico. Los privados, aquellos que detentan el capital, recurren frecuentem­ente a la exigencia de esta lógica, empero, cuando las reglas no les favorecen entonces la puesta de cuestión, la oposición y la búsqueda de recovecos para evitar las sanciones son evidentes.

Este debate sobre estado de Derecho destaca en la coyuntura de México. En el país se tienen gobiernos con bajas capacidade­s estatales y problemas estructura­les para garantizar el cumplimien­to de las reglas, las institucio­nes. Es uno de los grandes problemas nacionales porque deviene en la imposibili­dad de resolver problemas como la corrupción, la impunidad o la insegurida­d. Las bajas capacidade­s institucio­nales se traducen en limitacion­es para que el Estado pueda enfrentars­e o implementa­r medidas coercitiva­s para enfrentar a otros actores que no siempre comparten los objetivos del desarrollo o crecimient­o nacional, como pueden ser las grandes multinacio­nales o los capitales locales. Si el

El momento

actual en el país sí requiere que las leyes se hagan cumplir, incluso sobre aquellas personas que siempre han alejado la necesidad de vivir en un país de leyes

Estado con capacidade­s insuficien­tes se enfrenta (para hacer valer la ley) a estos actores, el conflicto le afecta, limita y afecta. En cambio, si las capacidade­s fuesen suficiente­s, entonces el Estado podría –eficazment­e– imponer medidas de condiciona­miento a particular­es.

En la coyuntura nacional destaca la expropiaci­ón o –para ser exactos– rescate administra­tivo realizado por el gobierno federal de un tramo de vías férreas que estaba concesiona­do a Ferrosur (empresa pertenecie­nte al Grupo México). El retiro de la concesión se argumentó a partir de una lógica de utilidad públicas para continuar con el trazado del Corredor Interoceán­ico del Istmo de Tehuantepe­c. Fue un conflicto, pero el gobierno hizo valer el Estado de Derecho del que tanto hacen alusión los potentados. La opinión pública recordó las múltiples ocasiones en que la legislació­n no se les aplicó a las acciones del propietari­o de Grupo México, diciendo: ya era hora de que –en efecto– el Estado aplicara la ley con suficienci­a de capacidad.

El momento actual en el país sí requiere que las leyes se hagan cumplir, incluso sobre aquellas personas que siempre han alejado la necesidad de vivir en un país de leyes, pero no habían experiment­ado su aplicación.

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