Violencia criminal complica escenario político de mujeres
Es más difícil visibilizar las acciones que tienen como propósito obstaculizar el avance en materia de género
Al determinar la diferencia entre violencia política y violencia política de género, María de Lourdes Velasco Domínguez, integrante de la Unidad de Análisis y Contexto de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Vinculados a la Violencia de Género, señaló que la primera se realiza contra hombres y mujeres por igual y es la que en este proceso electoral ha ocupado el mayor espacio en los medios de comunicación.
“Esto tiene que ver con el contexto más amplio de violencia criminal por el que atraviesa el país, por disputas de poder a nivel local, sobre todo”, precisó e indicó que en este contexto es más difícil diferenciarla de la violencia política de género.
Recordó que ésta última se ejerce sólo por el hecho de ser mujer y donde se ponen en juego una serie de estereotipos que tienen que ver con el modelo tradicional de género, además de reforzar la idea de que las mujeres no están hechas para la toma de decisiones o para tener un papel significativo en el desarrollo de la política en el país.
La violencia por razones de género también se ve cuando se tiene un impacto diferenciado entre mujeres y hombres o cuando afecta desproporcionadamente a las mujeres y que de ello resulta un menoscabo de sus derechos político-electorales, incluyendo el ejercicio de sus cargos.
La violencia de género se ve cuando
hay un impacto diferenciado entre mujeres y hombres o cuando afecta de
manera desproporcionada a
las mujeres
María de Lourdes Velasco también apuntó que la violencia política de género puede ser de diferentes tipos: física, verbal, psicológica, simbólica; esto es, los mensajes o imágenes con los que se trasmite una idea discriminatoria hacia las mujeres; pero también puede ser sexual, patrimonial o económica o incluso puede ser feminicida.
Subrayó que los mensajes pueden dirigirse también a las personas cercanas a las mujeres que se dedican a la política, ya sean familiares, colaboradores cercanos o personas de sus comunidades, lo que amplía las formas de concretar este tipo de violencia y no sólo en el espacio público, sino también en el cultural, en las redes sociales, en medios de comunicación, en espacios laborales, en los partidos políticos y sindicatos, entre otros.