Dolores Castro
Mayor en edad y sabiduría,
ella tuvo el don de caer en las peores trampas de la vida.
Sus grandes ojos se abrían cada vez más a la sorpresa,
inermes ante abismos de azoro sin poder abarcar lo profundo
del mal.
Sangrante de sus lastimaduras tomaba su rutina . . .
HERMANA
Dolores Castro
Algunas veces los escritores nos quedamos sin palabras. Igual le sucede a los parlantes, se pueden quedar sin habla. Las impresiones nos pueden dejar mudos. Es entonces cuando la poesía, toda revestida de sentimiento, toca a las puertas de nuestro corazón. Las palabras comienzan a sonar, se convierten en deleite, en música y cambian de sentido para darnos consuelo, ánimo, compañía. En momentos así, Dolores Castro puede ser para muchos la amiga que necesitamos a nuestro lado, la poeta que le canta a lo que sentimos y dice lo que muchas veces quisiéramos decir, en días como el que acaba de pasar, dedicado a recordar a nuestras madres, o festejarla si tenemos la dicha de que esté con vida.
Escuchar a la poeta es una experiencia inolvidable. Mujer respetable, de edad, muestra con desenfado sus canas, restos del tiempo vivido. Su andar es sencillo y la pisada fuerte, su presencia pacífica aunque luchadora, toda ella está vaciada en sus versos. Castro, excelente poeta y reconocida maestra, en sus versos nos regala con la esencia de su expresión, impregnando de encanto cualquier auditorio u hoja de papel.
Cuando nos preguntan ¿Qué es poesía? Nos detenemos a pensar, recordamos entonces, lo que dicen algunos como por ejemplo José Gorostiza” Nunca lo supe y acaso nunca lo sabré ...” Sin embargo, una de las definiciones que considero más apropiada para todos pertenece a Dolores Castro, su “poesía es el lugar feliz de los encuentros”.
El poder de su palabra tiende puentes entre el lector y su corazón. Publicada por el Instituto Mexiquense de Cultura, entre muchas editoriales del país y extranjeras, es su poesía un remanso, aunque hable de remolinos y un despertar, aunque le cante a los sueños.