FECHA FATÍDICA DEL PERIODISMO MEXICANO
El destino suele ser cruel.
Un 15 de mayo de 2017 era abatido por balas asesinas Javier Valdez, corresponsal de La Jornada en Sinaloa y fundador del semanario Riodoce.
Su homicidio fue uno de los 12 cometidos contra reporteros y reporteras ocurridos el año anterior, los cuales continuaron ubicando a México como uno de los países más violentos para ejercer el periodismo.
A un año de su muerte siguen los ataques contra periodistas, pues ayer Tabasco fue el escenario para el crimen de Juan Carlos Huerta, quien fue interceptado por un grupo armado al salir de su domicilio.
En 2018, de acuerdo con reportes periodísticos, ya son cuatro los periodistas asesinados. Al homicidio de Huerta se suman los de José Gerardo Martínez, editor de El Universal, además del periodista independiente Carlos Domínguez Rodríguez, quien fue ultimado en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
También está el caso de Leobardo Vázquez Atzin, quien en Veracruz fundó el medio Enlace Informativo Regional y fue encontrado muerto en su domicilio con impactos de bala.
La compleja situación que viven los periodistas en México ya ha sido advertida por distintos organismos internacionales.
A finales de 2017, los Relatores Especiales para la Libertad de Expresión de la ONU y la CIDH corroboraron el fracaso de la estrategia de protección para los periodistas y de la falta de garantía de verdad, justicia y reparación integral para las víctimas y sus deudos, de acuerdo con la organización Artículo 19.
En ese contexto, también impacta la impunidad y violación a derechos humanos que persite en la procuración de justicia.
Por ello, urgen acciones que desde el ámbito de la sociedad revalúen la importancia de la libertad de expresión que a diario refrendan los periodistas mexicanos, quienes ayer confirmaron que el destino suele ser cruel.
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