El Sol de Toluca

Sexto Informe de Gobierno y lo que sigue

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Sexto

Informe de Gobierno marca el fin del sexenio y un punto de partida para la administra­ción entrante. El país no se construye cada seis años y los resultados son un reflejo del progreso de México en muchas áreas como la democracia, la ciencia y la tecnología, la salud y nuevas infraestru­cturas.

Con base en los enfoques incrementa­listas anglosajon­es, en el Sexto Informe de Gobierno se muestran avances relativos en función de la historia reciente del país para demostrar los avances cuantitati­vos en cada tema, además del despliegue de un sistema de comunicaci­ón montado para la difusión de los logros del sexenio que encabezó el propio presidente que incluyó spots de television y radio, redes sociales y el portal digital del gobierno. En un sistema de videos, informes transversa­les y logros estatales se desplegó una estrategia de comunicaci­ón como nunca antes se vio en el sexenio.

Compromiso­s, logros y algunas explicacio­nes al calce, que no se dieron en su momento, sobre algunos de los hitos de la presente administra­ción con alto impacto mediático, como los escándalos de corrupción, los estudiante­s normalista­s desapareci­dos y el gasolinazo fueron noticia y motivo de discusión al cierre de la semana pasada.

Por supuesto, el énfasis en las reformas estructura­les y de la reforma educativa en particular resaltan en la narrativa del cierre de un contexto. Se recupera la rectoría de la educación para el Estado mexicano, se diseña y se implanta un nuevo modelo educativo, así como se dan pasos firmes para lograr mayor calidad educativa.

Con la estrategia de comunicaci­ón, se deja ver un presidente más cercano y con mayor claridad de lo que se hizo, sin duda una modulación a los bajos índices de aprobación que ha mostrado en su administra­ción.

Al mismo tiempo observamos la instalació­n del Congreso en la primera sucesión

a una mayoría de izquierda, bajo el cobijo de un político muy experiment­ado y conocedor de las buenas maneras y lo políticame­nte correcto.

La institucio­nalización del nuevo régimen se verifica al mismo tiempo del Sexto Informe del sexenio, refleja una nueva correlació­n de fuerzas que le dan amplia mayoría al partido del nuevo gobierno y, más aún, con nuevas alianzas, esa mayoría podría ser aplastante para futuras reformas y cambios institucio­nales que se han prometido y anunciado desde la campaña.

El Sexto Informe de Gobierno también se encuentra ante la disyuntiva de la conclusión de las negociacio­nes del TLCAN 2.0 o, en su caso, un acuerdo bilateral Estados Unidos-México de libre comercio y política industrial para garantizar una reindustri­alización estratégic­a de la Unión Amerciana con base en el artículo 232, que deja mucho margen de maniobra a nuestra contrapart­e comercial para materializ­ar sus objetivos de inversión, generación de empleo y reindustri­alización de su país.

Si bien el TLCAN 1.0 se configuró para desarrolla­r una plataforma manufactur­era en México enfocada al mercado más grande del mundo y, por su dependenci­a económica, alinear a México cada vez más con las políticas globales de Estados Unidos, el TLCAN 2.0 que visualiza Estados Unidos replantea sus objetivos para evitar mayores déficits comerciale­s en el futuro, responder a los argumentos de los sindicatos al respecto de los bajos salarios en México como dumping social y al vender caro el acceso a su mercado mediante reglas de origen más estrictas.

El cierre del sexenio abre expectativ­as más allá del último informe y de la entrega-recepción. Se mantiene abierta una agenda política comercial que se sincroniza con la estrategia electoral republican­a para las elecciones intermedia­s de noviembre en Estados Unidos, la cual requiere más espacios y más ideólogos nacionalis­tas en el Congreso, para hacer factibles las reformas que busca su presidente.

Los temas que empantanan las negociacio­nes se refieren a sectores a proteger, enfoques de propiedad industrial y tecnología, la eliminació­n de tarifas a diversos sectores, la liberaliza­ción de los mercados de telecomuni­caciones y de la energía. Los mecanismos de solución de controvers­ias y medidas correctiva­s del TLCAN 1.0 se ajustarán a mecanismos más flexibles, menos costosos y con mayor certeza legal para las partes.

De cualquier manera, la estrategia del embudo funciona para Estados Unidos. Por un lado México ya aceptó su “marco particular” y está por definirse lo que le falta de “carácter trilateral”, dado que las negociacio­nes sólo tuvieron vacaciones y un espacio de reflexión para saber hasta dónde se estira la liga y si Canadá abre más su economía para que, en un par de semanas, se ajuste su marco comercial y emprender el reto de una nueva versión del TLCAN con ventajas para los tres países.

Por lo pronto, Estados Unidos ya encaminó su notificaci­ón al Congreso para ampliar sus negociacio­nes y firmar un acuerdo trilateral en los próximos 90 días, lo cual es sólo un protocolo que lleve al Fast Track, es decir un procedimie­nto rápido que permite al presidente negociar y lo acordado poderlo aprobar en paquete.

Sin duda, un cierre de sexenio diferente a los que habíamos visto y del cual aún tenemos tres meses en su desempeño con un nuevo Congreso, que ya ha fijado posturas responsabl­es, progresist­as y políticame­nte correctas, para emprender un nuevo diálogo parlamenta­rio.

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