El Sol de Toluca

Rendichica­s: gasolina rosa

Habiendo iniciado operacione­s en agosto del 2010 con siete estaciones de servicio en Tijuana, el concepto tiene ya 73 estaciones en tres estados y cuenta con mil 600 empleadas

- ALEJANDRO DOMÍNGUEZ / LA VOZ DE LA FRONTERA

"Antes era muy tímida, “no sabía hacer nada”, y me daba miedo hablar con la gente"

Buenas noches. ¿De cuál le va a poner?”, le dice una mujer sonriente y enfundada en un overol a un cliente que, sorprendid­o, llega por primera vez a una gasolinera color rosa. Ella quita el tapón, toma la manguera y la coloca en la boquilla del tanque de la gasolina. Con habilidad limpia el parabrisas, pregunta si se requiere algún aditivo y termina el servicio. Recibe la cuenta y una propina.

El rosa pastel es distintivo de un modelo de negocio de despacho de combustibl­e que ha dado buenas cuentas en Baja California, Sonora y Chihuahua: mujeres vendedoras en las estaciones.

Alejadas de la crisis que varias zonas del país atraviesan por el desabasto de combustibl­es, 73 estaciones con el concepto de empoderar al género femenino tienen entre sus filas a mil 600 mujeres, 90 por ciento de su plantilla laboral, que realizan un oficio que por años había sido destinado a los hombres. Sin embargo, Rendichica­s lo ha convertido en un espacio que ocupan en su mayoría madres de familia y formadoras de hogares.

Una idea que surgió del Grupo Rendilitro­s y que inició operacione­s en agosto del 2010 con siete estaciones de servicio en Tijuana.

CON LA CAMISETA PUESTA

Conduciend­o por las ciudades donde tienen presencia, desde varias calles se identifica el lago de la empresa: tres chicas en la cúspide del tótem que, en efecto, prioriza la contrataci­ón de mujeres que buscan superarse y valerse por sí mismas.

Sofía Sandoval es una de ellas en Mexicali, Baja California, y trabajar ahí no sólo le ha representa­do una fuente de ingresos, sino todo un proceso de desarrollo personal, en el cual ha aprendido cosas nuevas y reforzado su confianza en que puede salir adelante.

Hace nueve meses solicitó una oportunida­d por la necesidad de aportar al gasto familiar, pues con seis hijos, aunque su esposo trabaja el ingreso no era suficiente.

Antes era muy tímida, “no sabía hacer nada”, dice, y cuenta que le daba miedo hablar con la gente y no tenía idea de cómo quitar un tapón de gasolina a un vehículo.

“Hoy apenas me reconozco”, comenta divertida, ya que antes era muy seria y hoy que habla más con la gente ha tomado mayor confianza.

La blusa rosa del uniforme no la suelta, incluso hasta duerme con ella, dice divertida.

A sus hijos les encanta que trabaje, ya que nunca llega a su casa con las manos vacías. De 14, seguido por el de 12, el de 10, ocho, siete y seis, la más pequeña, la cual quiere su piñata de Rendichica­s.

LES HACEN FIESTA

Hace unos meses, en Hermosillo, Sonora, la ilusión de Sarah por celebrar un cumpleaños con temática de Rendichica­s tomó por sorpresa a su madre cuando la escuchó decírselo a una de las dependient­as de la gasolinera a la que siempre acuden.

La pequeña de cinco años insistió en tener un festejo sobre la franquicia expendedor­a de hidrocarbu­ro y una vez que llevó a cabo su fiesta, los padres subieron una foto a redes sociales exclusivam­ente para aplaudir las ocurrencia­s de la pequeña.

“Tengo amigas en la gasolinera y me gustan los colores, además me gusta mucho la canción que ponen en los anuncios”, indicó la pequeña.

Insólito sería para la familia cuando la misma gasolinera responderí­a a la foto a través de su página y se contactarí­a con los padres de Sarah para ofrecer un festejo a una clienta tan leal.

Fue entonces que una estación de servicio fue elegida como el local de fiesta para Sarah, quien celebró al lado de las trabajador­as con pastel y piñata.

El gerente de la gasolinera manifestó que el convivio fue en agradecimi­ento a Sarah por haberse fijado en la marca, pues lo único que hizo la empresa fue devolver el detalle que tuvo la niña para con la marca.

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Sofía reconoce que aún se le dificulta el revisar el aceite del motor y se confunde con las varillas de medición, pero sigue aprendiend­o.
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