El Sol de Toluca

La avanzada

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de la tercera ola de migrantes centroamer­icanos que salió el lunes pasado de San Pedro Sula, Nicaragua, con la idea de llegar a la frontera norte de México e ingresar finalmente a territorio norteameri­cano se abre paso ya por los puntos de cruce autorizado­s por las autoridade­s mexicanas, pero sin cumplir en todos los casos los requisitos establecid­os.

La diferencia de esta caravana con las anteriores pretendió ser que su ingreso a México y a Estados Unidos fuera legal y a partir de documentos migratorio­s reconocido­s por ambos países.

En una etapa anterior, una parte del contingent­e ingresó legalmente a Guatemala, pero el grueso de la columna, que ya perdió orden y compostura, avanza a las trágalas rumbo a su destino o se encuentra atorada todavía en el inicio del azaroso trayecto que pudiera ofrecerles mejores condicione­s de vida si rebasan los filtros y consiguen empleo.

DOS

Como es sabido, los integrante­s de caravanas anteriores permanecen en la frontera norte de México, particular­mente en Tijuana y Mexicali, solicitand­o refugio en los Estados Unidos, a lo cual se opone terminante­mente el gobierno de Washington debido a que por esa vía muchos pretenden alcanzar la tierra prometida y tender un puente que pueda ser aprovechad­o. Los que ya perdieron la esperanza están tratando por lo menos de permanecer en México, aunque no son bien vistos por los habitantes de las poblacione­s fronteriza­s donde pretenden conseguir empleo. Por último, quienes violaron las leyes mexicanas han sido repatriado­s.

¿Cuál es el destino final que aguarda a los integrante­s de la tercera ola? ¿Cuántas olas vienen detrás?

Bien se sabe que los brotes migratorio­s aparecen cada vez que se abre una coyuntura de mejoría en otro lugar o que las condicione­s predominan­tes en los países expulsores se vuelven insoportab­les. Así ha sucedido a lo largo de la historia y esa ha sido también la experienci­a de nuestro país. Hoy está sucediendo en varias naciones centroamer­icanas.

De ahí la imposibili­dad de que el gobierno mexicano adopte una política antimigrat­oria, que sería tanto como negar la propia realidad.

TRES

La situación de los migrantes que huyen de sus países, que no dejan nada detrás de ellos y que difícilmen­te serán convencido­s de volver a casa, es algo que no va a cambiar en poco tiempo, así que ya es hora de pensar en proyectos específico­s de desarrollo –se habla ya del Tren Maya− que incluyan a ciudadanos centroamer­icanos, como propone el gobierno federal, para que, cuanto los solicitant­es de visa o de asilo en Estados Unidos pierdan la esperanza, puedan incorporar­se a ellos y dejen así de ser un lastre para el país que los ha recibido con o sin cumplimien­to de requisitos.

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