Compartir memes o aventar la piedra
“Es sólo
un meme, no te enojes” es la frase más común en las redes sociales actualmente. Y no es por simple gracia o entretenimiento, el meme se ha convertido en el canal de comunicación predilecto de las redes sociales por un simple motivo: dice mucho disfrazado de comedia pero no tiene autoría y se comparte masivamente. Pues bien, a todos aquellos que comparten memes “porque dan risa ya” les tengo una noticia: un meme nunca es sólo eso.
Lo explicaré con manzanitas a través de la semiología. Y ojo, no es que nos ofendamos porque somos personas de cristal, es que estamos hartos de que la violencia verbal y sistemática se justifique gracias a la máscara humorística. No me pueden negar que por algo Chumel Torres o Bárbara de Regil tienen tanto éxito y todos aspiran a ser youtubers e influencers aunque quemen reservas naturales en Tepoztlán…
Pues bien, cuando afirmo que un meme nunca es sólo eso me refiero a que esas imágenes cargadas de simbolismo y significados tienen su matriz en el pensamiento cultural de los mexicanos, es decir, cómo podemos entender un “¡Wey, ya!” o el sticker del bolillo postemblor si no tenemos referencias sociales y culturales en torno a ello. El meme no es más que el resumen gráfico de pensamientos muy elaborados que muchas veces esconden racismo, sexismo y clasismo.
Cuando estudiaba la licenciatura pensaba que el meme era el hijo pródigo de la caricatura política. Me equivoqué. El meme es la paráfrasis de pensamientos populares que no siempre es crítica, sino que tiende más a ser el primo chismoso que se hace el graciosito para caer bien.
Y es que el meme sirve para compartir en redes sociales y ganar muchos likes pero también es un reflejo fluyente de los valores y creencias más profundas de cada individuo y del contexto en el que se desarrolla. Por ejemplo, hay un meme con una gama de colores de piel que van de los más oscuro a lo más claro y se utilizaba para crear diferencia entre los “listos y blanquitos” con los “ignorantes y prietos”. Clasismo y racismo al puro estilo mexicano. Perfecta forma de legitimación de los estereotipos y estigmas coloniales hacia el color de piel. Miles de ejemplos hay como este.
Y no, tampoco tiene que ver con la libertad de expresión: una cosa es que fundamentes bien y quieras demostrar cuestiones ocultas o que quedan poco claras, como en el caso de los periodistas o activistas a quienes asesinan y otra cosa muy diferentes es hacerte el ofendido porque te la pasas siendo un grosero, clasista y racista y ya caíste mal. Una cosa es ofenderse y otra cosa es hacer notar cuando una publicación o meme son ofensivos. Y no, tampoco estamos hablando de lo políticamente correcto: es cuestión de respeto y empatía.
Con esto no quiero decir que desaparezca el meme. Cuando llegó, vino para quedarse y ser el protagonista de las relaciones virtuales. Lo que quiero decir es que el meme es la forma más fácil de hacer notar quienes somos, incluidas las “cosas feas”. Tu cara podrá salir muy bien con las poses y los filtros, pero tu contenido es todo lo que haces público.