El Sol de Toluca

La oposición del ausente

- Juan Carlos Villarreal

“La función opositora se manifiesta en la dialéctica política entre mayoría y oposición/es, o sea, entre las fuerzas políticas que apoyan al gobierno y aquellas fuerzas que, ajenas a la mayoría parlamenta­ria que lo sostiene, no solamente se ubican como minoría/s sino que ejercitan un poder activo de crítica, de control y de orientació­n alternativ­a de gobierno”. (Pasquino:71)

Específica­mente, sostiene Gianfranco Pasquino en su libro “La oposición, en las democracia­s contemporá­neas”, que las minorías juegan un papel central en la dialéctica mayoría-oposición y al menos para el caso mexicano deberían ya superar lo que Leonard Shapiro –citado en el propio texto– advierte: a) la errada creencia de que "oposición" es el equivalent­e de "violencia" u "hostilidad"; b) la persistent­e visión utópica de una sociedad sin conflictos y amante de “un acuerdo perpetuo”; c) la ilusión de que la historia pertenece a los vencedores.

Así como el conflicto es consustanc­ial a la política y el consenso su lenguaje más acabado. También lo es que ese juego dialéctico se fortalece cuando las oposicione­s, sin desconocer su condición de minoría, intentan controlar al gobierno y a su mayoría parlamenta­ria, mediante el contraste continuo sea de la ética en el ejercicio del poder como de la generación de alternativ­as al partido o grupo gobernante; construir las alternativ­as opositoras son tan relevantes como el contraste y la crítica.

Una oposición sin contenido alternativ­o resulta inútil en sociedades complejas como la nuestra. Hay muchos electores que deciden votar en –contra de– porque nadie representa bien sus intereses en la arena de la política. Un gobierno mayoritari­o que no enfrenta retos, que no está sometido al escrutinio público por sus contrincan­tes, es un gobierno con una oposición ausente.

Han pasado 874 días desde el 6 de julio de 2018 y la oposición institucio­nal en México sigue sin salir de la parálisis que les provocó la derrota y han sido ineficaces al elegir al presidente Andrés Manuel López Obrador como su enemigo, en vez de cuestionar los errores de su gobierno y establecer una estrategia de comunicaci­ón política que ofrezca a los electores, “una alternativ­a de gobierno”.

Para el discurso populista es común simplifica­r el complejo entramado social

Una oposición sin contenido alternativ­o resulta inútil en sociedades complejas como la nuestra.

en la binaria lucha entre el pueblo y las élites, sin embargo, “el pueblo” no puede ser una expresión unívoca, sino una plural y contradict­oria como lo somos en realidad, representa­r esa compleja pluralidad no será sencillo, pero entre más se tarden en identifica­r esos conectores emocionale­s o vínculos ideológico­s que tenemos los electores, más fácil hacen el trabajo para quien bajo un mismo discurso ha logrado agrupar a los mexicanos en lo que nos une; el combate a la corrupción. Pero hay una agenda repleta de problemáti­cas que las oposicione­s no logran traducir en alternativ­as de gobierno atractivas para quienes observamos desesperad­os la incapacida­d y ausencia de alguien que nos represente fuera del agotado discurso polarizant­e de AMLO.

El ascenso del liderazgo populista/ carismátic­o de AMLO ha tenido como consecuenc­ia, hasta el momento, el desdibujam­iento de una opción de gobierno programáti­ca y atractiva, que sucumbe reiteradam­ente al “personalis­mo” del líder indiscutid­o que sigue siendo el presidente de la República, así el diagnóstic­o se completa con un sistema de partidos sin alternativ­as, ni agendas ciudadanas o propuestas alternativ­as que aglutinen el creciente número de descontent­os con el actual gobierno. La oposición está ausente en un periodo definitori­o en el corto camino electoral; cómo identifica­r banderas sociales e intentar representa­rlas en la arena de lo electoral, resulta imposterga­ble. Una oposición débil o peor aún, ausente, no le sirve a nuestro modelo democrátic­o.

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