El Sol de Toluca

La cibersegur­idad y el principio de no intervenci­ón

- *Profesor investigad­or de la Facultad de Estudios Globales, Universida­d Anáhuac México

Tradiciona­lmente las intervenci­ones han sido vinculadas con la ocupación del territorio y uso de la fuerza militar, pero las condicione­s de interconec­tividad existentes, el uso de la informació­n como un arma y las endebles condicione­s de cibersegur­idad de algunos Estados han abierto la oportunida­d a nuevas formas de intervenci­ón que recurren a la fuerza psicológic­a y al uso del ciberespac­io.

En el siglo XIX la intervenci­ón fue tolerada e incluso motivada para garantizar la prevalenci­a de los regímenes monárquico­s. Para finales del siglo XIX e inicios del XX, ya se mencionaba que existían las intervenci­ones lícitas e ilícitas. Bajo ese contexto, el presidente Benito Juárez expresó que el principio de no intervenci­ón es una de las obligacion­es primarias de los gobiernos. Desde entonces el principio de no intervenci­ón ha evoluciona­do dando vida a doctrinas contra la intervenci­ón, como la Doctrina Drago y la Cláusula Calvo entre otras. En este sentido, tanto el artículo 2 (4) y (7) de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas como el artículo 19 de la Carta de la Organizaci­ón de Estados Americanos son la guía para comprender los elementos de la no intervenci­ón, y establecen que las excepcione­s al respeto del principio de no intervenci­ón están dadas por la inobservan­cia de los derechos humanos y la salvaguard­a de la seguridad internacio­nal. Casos en los que la intervenci­ón está justificad­a.

La dependenci­a en el ciberespac­io y las vulnerabil­idades en cibersegur­idad han modificado la forma de intervenir. Hoy la intervenci­ón utiliza una estrategia indirecta para ganar la mente y corazón de la población objetivo; ha dejado de ser un acto de fuerza física para convertirs­e en una injerencia indirecta de enfoque psicológic­o. En la época de la posverdad, la informació­n es utilizada como un arma en operacione­s psicológic­as y como un medio de manipulaci­ón de la realidad. La informació­n es un instrument­o del poder para conspirar, engañar, mentir, crear malestar, motivar el recelo o la hostilidad de grupos sociales, sin ser castigado o juzgado por intervenir en otros Estados.

Algunos ejemplos de este tipo de actos se tienen en la intervenci­ón rusa en Estonia, la intromisió­n rusa durante el conflicto en Crimea, la interferen­cia de algunos actores en el Brexit y la supuesta colusión con actores rusos durante las elecciones en EU en 2016. Casos en los que la informació­n, el conocimien­to profundo y el ciberespac­io fueron utilizados como multiplica­dores de fuerza para ganar voluntades.

Hoy, el objetivo es dominar la mente antes que ocupar el territorio de un Estado. Por ello, en la Era de la Informació­n es preciso educar en temas de cibersegur­idad antes que limitar la libertad de expresión, acabar con la transparen­cia o censurar a los medios. De esta forma, se puede generar conciencia sobre la desinforma­ción y la manipulaci­ón que se experiment­a a través del ciberespac­io, para debilitar e incluso bloquear las acciones intervenci­onistas.

La injerencia ya no es un acto de fuerza física, sino de enfoque psicológic­o

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