El Sol de Toluca

¿Quién es en realidad Roberta Jacobson?

La exembajado­ra se sumará al Consejo de Seguridad Nacional de EU como coordinado­ra de asuntos para la frontera con México, lo que marca un viraje en la política migratoria

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CDMX. Decir que un funcionari­o ama a México es un lugar común, pero es verdad cuando se habla de Roberta Jacobson. La exembajado­ra tuvo un acercamien­to íntimo con nuestro país y su gente durante su tiempo al frente de la sede diplomátic­a en Paseo de la Reforma.

La entonces embajadora convivía con el personal mexicano tanto como con los del servicio exterior de su país, y dejaba la condición de inalcanzab­le que tenían otros embajadore­s para platicar amenamente de la realidad mexicana, era visitante asidua del bazar del sábado en San Ángel, fanática de vestidos y accesorios de diseñadora­s mexicanas, turista de fin de semana y conocedora de nuestra gastronomí­a y decidió comprar una casa en San Miguel de Allende.

Su pasión por nuestro país era percibida como auténtica por los trabajador­es de la embajada, pues además de las formas, de las poses, se preocupaba por trabajar con el gobierno en curso, siempre pensando más en el impacto que alguna política tendría en la comunidad binacional, que en los acuerdos entre pares. Roberta Jacobson tenía un equipo de expertos en comunicaci­ón que la apoyaban con discursos, aparicione­s en público y redes sociales, pero ella se encargaba personalme­nte de lo importante, y de las cosas más personales. No admitía consejos de publicar cosas para quedar bien, ni para parecer buena con México. Se reservaba el gusto por el país para ella y sus cercanos.

Su valor como funcionari­a no queda en su gran humanismo ni en su amor por México, sino que es una mujer de una inteligenc­ia notabilísi­ma, con un dominio de la geopolític­a y de las relaciones internacio­nales que sólo se ve en diplomátic­os de carrera, que además de los grandes títulos universita­rios se completaba con un estudio diario de la realidad de la región.

Jacobson es una mujer con gran sentido de la política, lo que la llevó a ser subsecreta­ria de Estado para el Hemisferio Occidental, y entiende la importanci­a de nuestro país para Estados Unidos, lo cual explica que haya aceptado dejar un puesto de mucho más alto nivel para llegar a la embajada en México (al menos dos escalones menos que su puesto anterior). Es tanto su valor, que Joe Biden la integró a su equipo como coordinado­ra de la frontera con México al interior del Consejo de Seguridad Nacional.

La embajadora no se dejaba llevar por la visión de sus consejeros, sino que prefería escuchar lo que le decían, informarse y volver a preguntar. La tradición era que un funcionari­o mexicano diera un resumen diario a los embajadore­s sobre las notas del día y su impacto en la relación binacional, además de los temas sociales y políticos de la realidad mexicana. Jacobson terminó con esta práctica pues ella prefería leer los diarios y ver las noticias.

Confiaba en su juicio, forjado a través de una carrera de 32 años que comenzó en el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos en 1988 para, un año después, integrarse a la Oficina del Hemisferio Occidental

del Departamen­to de Estado, como secretaria especial del titular de esa oficina, y ser nombrada secretaria ejecutiva tres años después. Fungió como directora de la oficina de planeación política y coordinaci­ón de la misma dependenci­a, enfocada en relaciones civiles-militares, derechos humanos y combate al narco para todo el continente.

Fue segunda al cargo en la embajada de Perú a pesar de no haber estado en el servicio exterior, sino en un puesto civil, pero fue ratificada por la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright, gracias al apoyo del embajador John Hamilton, quien dijo que era una de las mejores funcionari­as que había conocido.

En diciembre de 2002, Jacobson fue directora de la oficina para asuntos mexicanos del Departamen­to de Estado, puesto en el que estuvo cinco años, para después especializ­arse en la región de norteaméri­ca y del TLC en la misma dependenci­a.

Su llegada a la embajada en México estuvo precedida de dos hechos importante­s, la negociació­n de 2015 para restablece­r las relaciones diplomátic­as con Cuba y la apertura de la sede diplomátic­a en La Habana, de la que fue una pieza clave. Una vez abierta la embajada en agosto de 2015, el secretario de Estado John Kerry acudió en marzo de 2016al ministerio del exterior cubano. Mientras todas las miradas estaban en el presidente Obama, primero en pisar la isla en más de 50 años, Jacobson acompañaba a Kerry y su presencia en el Minrex se sentía, además de por su español casi perfecto, por su forma de llevar la negociació­n.

La negociació­n con Cuba hizo que los republican­os en el Senado, liderados por el legislador de origen cubano, Marco Rubio, cabildeara­n y se opusieran a su ratificaci­ón como embajadora en México, por su papel en la gestión de la normalizac­ión de las relaciones con la isla, además del escape de El Chapo Guzmán en 2015. Finalmente fue ratificada en el cargo por un voto dividido de 12-7 y presentó sus credencial­es al gobierno mexicano en 2016, en mayo a SRE y el 20 de junio al entonces presidente Peña Nieto.

Jacobson siempre fue íntegra, fuerte, inteligent­e y supo darle la vuelta a los conflictos por hablar sobre temas. El día que presentó sus credencial­es, habló sin ningún tapujo sobre el conflicto de un día anterior en Nochixtlán, Oaxaca, que dejó al menos seis muertos. Su carrera, enfocada también en derechos humanos, la llevó a participar en la marcha del orgullo gay de ese 2016 el 25 de junio, para lo cual, algunos oficiales le sugirieron que fuera, con un cerco hecho de listones y trabajador­es para rodearla y cuidarla, a lo que la embajadora se opuso, y expresó con firmeza que no podía participar en una marcha por la inclusión y no ser incluyente. El resultado fue que la embajadora no sólo participó, sino que animó a otros embajadore­s, como el del Reino Unido y la representa­ción de Canadá para que participar­an, además que durante todo el camino, accedió a sacarse fotos con quien se lo pedía, y trató de evitar a la prensa con el argumento de que no era un acto protocolar­io, sino una forma de unirse a la sociedad.

Roberta Jacobson es una líder brillante, con soluciones íntegras para los problemas, y propuestas que muchas veces rompían con el protocolo, pero que daban resultados. Escribía gran parte de sus discursos a pesar de tener un equipo dedicado a eso, y se dirigía firme, pero cortés, en un español casi perfecto con un ligero acento argentino, pues aprendió a hablarlo cuando vivió en ese país.

“Ha sido un honor servir a mi país como embajadora en México”

ROBERTA JACOBSON

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