El Sol de Toluca

Escuelas entre maleza

También han padecido del robo de mobiliario. En San Cristóbal Huichochit­lán comenzaron con faenas

- FILIBERTO RAMOS

A un año del inicio de la pandemia de Covid-19, escuelas de educación básica viven el deterioro de sus instalacio­nes, como ocurre en la zona de San Cristóbal Huichochit­lán.

Hace 17 años, el preescolar ubicado en el barrio de San Salvador, en la delegación de San Cristóbal Huichochit­lán, al norte de Toluca, comenzó labores con escasa infraestru­ctura y en un terreno abierto.

Esas carencias ya habían quedado atrás, recuerda Martha Chamorro, quien trabaja ahí como intendente. A un año de la pandemia por Covid-19 y del cierre de escuelas por la emergencia sanitaria, le duele ese recuerdo donde los niños tenían tantas carencias.

Eso ya había quedado atrás, pero ahora, la situación de emergencia les arrebató los jardines y los mesabancos.

"Estaba chulo aquí, ahora parece una escuela del terror", expresa Martha para referirse al abandono del plantel de preescolar.

En esta comunidad han reportado cerca de seis robos de mobiliario, mesas, sillas, herramient­a e incluso paquetes de hojas de papel.

CORTARON EL AGUA Y LA LUZ

"Se robaron una podadora, el ratero ya vivía aquí, hasta los papás vinieron a hacer guardia", explica la profesora Claudia, quien funge como directora de este plantel indígena.

Martha y la profesora Claudia acudieron ayer al plantel para organizar los primeros trabajos de limpieza. Los padres de familia llevaron a cabo una colecta para el pago de sus honorarios y que efectúen trabajos de aseo de este preescolar.

A 12 meses sin actividade­s, ahora esas faenas las tendrán que realizar todos los padres de los pequeños si quieren tener el plantel en óptimas condicione­s.

UN JARDÍN CASI SECO

Cuando el plantel comenzó a funcionar, los árboles de ciruelo apenas retoñaban. Ahora ya son unos árboles adultos que se hallan en un amplio jardín.

El preescolar indígena también cuenta con un espacio donde hay columpios y resbaladil­las, sin embargo, la falta de mantenimie­nto deja ver que la pintura, poco a poco, se la carcome el sol.

También tienen un patio con una cancha de basquetbol al centro. El espacio en sí se puede imaginar agradable, sobre todo el pensar en los días en que los niños corrían y jugaban en las horas de receso.

Ahora, el silencio y el polvo la hacen parecer triste. Le han tirado el paso a las franelas y las tijeras de césped de Martha.

Ante la ausencia de los alumnos, los botes lucen llenos de ramas secas y los mesabancos empolvados han ganado espacio en la cancha. Se observa un pizarrón recargado en el pasillo, donde aún se lee un aviso de reunión de padres de familia del año pasado.

"Hubiera venido hace unos días, estaba peor, mucho polvo y todo tirado", exclama Martha en el recorrido que hacemos por la escuela.

DESERCIONE­S

El espacio educativo se previó para 105 estudiante­s, pero debido al cierre desertaron al menos 20, revela la directora. No es un caso aislado, en todo el estado la deserción escolar superó el 11% de la matrícula escolar.

"Comenzó el rumor de que podríamos empezar en junio las clases", señala la profesora. Sin embargo, ante un inminente retorno a clases presencial­es, la escuela no está lista para recibir a 100 alumnos, señala la profesora.

Esta semana, los padres de familia hicieron una colectas para rentar una podadora y contratar un trabajador, pero también para comprar cloro, escobas, traperos y cubetas, pues se robaron todos los utensilios de limpieza.

"Estos salones deben volverse a pintar, hay que quitar todo eso para recibir al nuevo grupo", indica doña Martha Chamorro, la intendente.

AYUDA

En tanto, la directora luce preocupada. Hace días envió varios oficios a la Secretaría de Educación y luego al Ayuntamien­to de Toluca para pedir material de limpieza, pero le informaron que, por el momento, no es prioridad. La respuesta fue que no hay fechas ciertas para un retorno a clases presencial­es.

Las faenas las llevarán a cabo con recursos propios.

"Pusimos una malla para que ya no se metieran a robar, eso fue con las cooperacio­nes que se hicieron", precisa la docente.

Martha Chamorro es la única voluntaria que desde hace 15 días se ha encargado de asear. Apenas avanzó con las jardineras del patio.

"Parecía selva esto", expresa sonriendo, pero no deja de mover sus manos con la franela y luego con las tijeras. No pudo apoyar en meses pasados, pues se contagió de Covid-19 y debió encerrarse.

La labor será ardua en los siguientes meses, estima la profesora Claudia. No hay certeza de cómo retornarán a clases. Sólo hacen faenas y tratan de darle el rostro hogareño al plantel.

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DANIEL CAMACHO
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FOTOS: DANIEL CAMACHO En esta comunidad han reportado cerca de seis robos de mobiliario, mesas, sillas y herramient­a.
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La vegetación ha crecido demasiado.

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