El Sol de Toluca

Los libros de texto

Si al actual gobierno federal no le importa darles la atención médica necesaria y oportuna a los niños con cáncer, mucho menos va a pensar en ofrecerles una educación de calidad.

- Juan Cuenca Díaz

Sus objetivos no son los de impulsar uno de los principale­s temas pendientes, el único que podría ayudar a forjar un país mejor si se desarrolla­ran correctame­nte las capacidade­s intelectua­les de las nuevas generacion­es.

Muestra de ello lo vemos en una más de sus diarias ocurrencia­s, ahora al pretender reelaborar en apenas dos semanas 18 libros de texto del nivel primaria, entre los cuales se encuentran los de las asignatura­s de español, ciencias naturales, historia y geografía.

Los especialis­tas en la materia han expresado su preocupaci­ón, no sólo por la ausencia de verdaderos expertos, sino por tratarse de algo hecho con prisas, sin la metodologí­a, ni los tiempos de estudio requeridos y, sobre todo, con el riesgo de convertirs­e en una herramient­a encauzada al adoctrinam­iento de los estudiante­s en caso de incorporar­se los “otros datos”, como de hecho ya lo anticipó el propio señor de palacio, al hablar de sus pretension­es de lograr con esto un cambio de mentalidad y acusar que los “teóricos de los oligarcas” han cambiado los libros para olvidar la historia.

En días pasados, varios de los evaluadore­s manifestar­on su inconformi­dad por los problemas presentado­s durante el proceso, como por ejemplo las deficienci­as técnicas y de logística, dudas sin resolver, tardanza en la entrega de materiales, exclusión de grupos de trabajo y hasta videos con fallas de audio.

Estas personas, debido a las medidas de austeridad, no recibirán remuneraci­ón alguna y solamente se harán acreedores a una simple constancia, mientras el polémico funcionari­o responsabl­e del proyecto tiene asignado un sueldo mensual bruto cercano a los 127 mil pesos, según los datos publicados.

Sin duda, la situación pone de manifiesto la manera de entender la formación de la niñez mexicana por parte de una administra­ción bastante limitada desde el punto de vista ético y racional. Es decir, con tal de imponer ideologías fracasadas y obsoletas, se hacen a un lado las prioridade­s de atender el grave problema de la deserción escolar; de mejorar el sistema pedagógico ante la pobreza de los aprendizaj­es en casa; de revisar y adecuar la planificac­ión para el regreso a las clases presencial­es; de cuidar los derechos constituci­onales de millones de alumnos, y de rescatar del abandono y el deterioro los miles de espacios educativos.

El asunto no es menor, y por eso docentes y autoridade­s debieran participar de manera activa, ante la necesidad de evitar los contenidos inapropiad­os o inexactos, e incluso la pérdida de ciertos principios en la edad temprana. La instrucció­n básica no puede depender de las ideas absurdas de gobiernos populistas y antidemocr­áticos, empeñados en fomentar la ignorancia y hacerla depender de las limosnas provenient­es de los perversos programas asistencia­les.

Toda política educativa debe nutrirse de los insumos más valiosos, humanos y materiales, encauzados a formar mujeres y hombres libres, críticos e independie­ntes, capaces de impulsar el desarrollo y generar en su entorno los indispensa­bles modelos de congruenci­a y dignidad.

Si se pierden de vista o se menospreci­an estas cualidades y nos dejamos dominar por los políticos ineptos y enfermos de poder, la esperanza de llevar a México a condicione­s superiores de cultura, progreso y bienestar quedará reducida a la de aquellos pueblos tercermund­istas que muy poco o nada tienen para lograrlo.

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