Pensar rápido, pensar lento y el 6 de junio
Pensar rápido, pensar despacio, el libro de Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía, es un título impactante para valorar cómo tomamos decisiones.
Uno de los principales hallazgos es que lo hacemos mayormente de una forma rápida, instintiva y emocional. Tradicionalmente hemos concebido que las decisiones trascendentales las basamos en una racionalidad más elaborada, lenta, deliberativa y más lógica.
Basado en esto, el voto parece más cercano a una expresión emocional, a un sentir, que a una decisión racional. De cara a la próxima elección, resulta interesante preguntarse cuáles serán las campañas que logren conectar emocionalmente con sus audiencias.
El próximo 6 de junio se renovarán la Cámara de Diputados federal, 15 gubernaturas y cientos de gobiernos y diputados locales en el país. El contexto en el que se desarrollan las campañas está caracterizado por una desconfianza hacia los partidos tradicionales, una creciente polarización política, la pandemia del coronavirus y el programa de vacunación contra Covid-19.
Las campañas tradicionalmente se enfocan en acciones para endurecer la base de apoyo de cada partido, y para muchos, eso había sido suficiente para ganar en otras coyunturas, sin embargo, el reto actual para muchas de ellas será desarrollar ofertas de valor y campañas emocionales para persuadir a los segmentos blandos e indecisos.
Desde los datos duros y objetivos, los resultados del actual gobierno federal en economía, seguridad pública y en el manejo de la pandemia pueden ser negativos y controvertidos, sin embargo, en las percepciones y la opinión pública, las valoraciones tienden a ser más positivas.
En el año electoral 2021, Banco de México anunció un crecimiento de 5% basado en el sector manufacturero exportador, vinculado a la economía norteamericana. Las remesas de nuestros paisanos en Estados Unidos continúan a la alza. De tal forma que la narrativa social apunta a que nos encontramos en recuperación económica.
La aprobación del presidente Lopez Obrador ha tocado máximos históricos de 82%, y a pesar de registrar caídas importantes durante la pandemia se ha mantenido en un promedio del 61%. La tasa de conversión de la aprobación presidencial hacia el partido gobernante puede rondar en la mitad, es decir que Morena puede iniciar la campaña, con al menos 30% de preferencia.
AMLO es un presidente omnipresente, que monopoliza la agenda pública. En su conferencia mañanera enfatiza los temas que refuerzan su narrativa: el combate a la corrupción, la austeridad y la reducción de las desigualdades. La oposición no genera contrastes, ni diferenciación.
Las encuestas apuntan ventaja de Morena en las preferencias de diputado federal con 40%; PAN, 11%; PRI, 10%; y PRD, 3%; mientras que el resto de los partidos como PT, PV, MC concentran entre estos el 9% (Financiero, marzo). Cada campaña es un ecosistema independiente, pero influido por la narrativa nacional. Morena inicia con ventaja, con la narrativa a su favor, y un presidente que continúa gozando de altos niveles de popularidad.
Incluso antes de que inicien las campañas, 60 a 70% de los electores ya han decidido por quien votar. La mayoría de los partidos no ganan con su base dura, de tal forma que el segmento restante es clave para ganar la elección. El voto es un sentir, no necesariamente una decisión racional, de tal forma que las campañas más exitosas serán aquellas que, como señala Kanheman, conecten con las audiencias y orienten el voto basados en el sistema 1: rápido, instintivo y emocional.
Las campañas tradicionalmente se enfocan en acciones para endurecer la base de apoyo de cada partido y, para muchos, eso había sido suficiente para ganar en otras coyunturas.