Transformar la conmoción en acción
En diciembre del año pasado, la Organización Mundial de la Salud, junto con 6 de las principales organizaciones juveniles del mundo, es decir, la Alianza Mundial de Asociaciones Cristianas de Jóvenes (YMCA), la Asociación Cristiana Femenina Mundial (YWCA), la Organización Mundial del Movimiento Scout, la Asociación Mundial de las Guías Scouts, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, y el Premio Internacional Duque de Edimburgo; emprendieron la “Movilización Juvenil Mundial por una Generación Conmocionada”.
Como parte de las actividades de la Movilización Juvenil Mundial, en este mes presentarán la convocatoria para una Cumbre Mundial de la juventud que permita a nuestras generaciones proponer estrategias que permitan atender y resolver los múltiples problemas que ha traído consigo la emergencia sanitaria por Covid-19; además de hacer un llamado a los gobiernos del mundo a no desatender las causas de las juventudes, el grupo etario con mayores consecuencias negativas a largo plazo.
El nombre de la Movilización ya es en sí mismo una declaración. Las generaciones más jóvenes, con mayor o menor grado de conciencia sobre las implicaciones de la pandemia en nuestra vida presente y futura, estamos experimentando las grandes transformaciones sin ser protagonistas, a pesar de que seremos quienes convivan con ellas durante más tiempo. Por ello la importancia de involucrarnos mucho más decididamente en los procesos de cambio y adaptación, y levantar la voz y las manos para decidir sobre nuestro presente y porvenir.
No se trata sólo de comprender que estamos atravesados por un incremento en la prevalencia de la enfermedad en personas jóvenes, especialmente jóvenes trabajadores, sino de asumir mayores responsabilidades respecto al manejo de la pandemia en lo personal y lo colectivo, y buscando incidir desde nuestras casas hasta los espacios de toma de decisiones.
Hoy sabemos que las juventudes, y también las infancias, corren un riesgo mortal real, y no podemos obviar que hemos sido copartícipes del incremento de los casos de contagio y fallecimientos por no poder (o querer) extremar precauciones. Pero hay otras pandemias que nos atraviesan y que insistimos en dejar de lado por concentrarnos en ésta. El incremento del desempleo, que azota profundamente a personas jóvenes; la transformación del sistema educativo, que impone grandes retos a las familias jóvenes; la precarización laboral o el incremento en las tasas de violencia contra las mujeres. Esas otras pandemias no deben de ser omitidas. Nuestras vidas dependen de ello.