El Sol de Toluca

La tormenta perfecta y… se le fue la luz

- Alexander Naime contextoto­luca@gmail.com

Le ocurrió la tormenta perfecta: se le fue la luz de su casa mientras trabajaba en su computador­a; toda la informació­n, por no guardarla, la perdió; justo en esos momentos se apagó su teléfono celular que sólo tenía el dos por ciento de carga y por la falta de luz era imposible recargarlo; para colmo su laptop no prendía y cuando lo hizo fue sólo para que apareciera el mensaje de “insuficien­te batería” y sólo se quedó observando la pantalla en negro. Obvio, no tenía ni televisión, ni radio y se detuvo también el ventilador que disminuía un poco el calor infernal que se sentía esa tarde-noche, como se dice ahora. “Nada que hacer, carajo”, pensó y caminaba desesperad­o de un lado a otro sin saber que hacer, ni a quien recurrir. No podía hablar al 071 para reportar la falla… ni teléfono fijo en casa, ni celular… ni nadie con quien quejarse.

Salió desesperad­o a ver a sus vecinos para saber si él era el único.

No tuvo éxito. Ningún timbre sonaba y la calle estaba en un silencio sepulcral. Todo estaba como ausente.

Se sentó en la banqueta con un aire derrotado como si estuviera en alguna de las calles de cualquier ciudad de Ucrania atacada por los invasores. Ninguna casa parecía tener el más mínimo asomo de vida.

Se desesperó un buen y pateó sobre la guarnición de la banqueta, provocándo­se un dolor mayúsculo en el dedo chiquito del pie derecho. “Uta madre”, se dolió.

Recorrió una y otra vez la cuadra en la que se encontraba su casa hasta que una ligera lluvia lo obligó a volver. Abrió la puerta y como loco empezó a prender todos los apagadores de la luz para ver si alguno, de puritita casualidad, iluminaba alguno de los focos, es decir, en otras palabras. "¿Pero por qué les llaman apagadores?", se preguntó, "si también sirven para encender… pero que tonterías pienso", se dijo a sí mismo.

Se desesperó un poco, pues empezaba a oscurecer… observó su teléfono muerto, recordó que para ducharse habría que echar a andar a bomba y ahora sin luz era imposible…

Se echó en su sillón favorito para sólo preguntars­e: ¿Nos portamos mal con la CFE?, ¿es eso una venganza contra las clases medias?, ¿es producto de la falta de mantenimie­nto de las instalacio­nes para generar luz? Su frustració­n lo llevó a pensar que tal vez sería uno de los muchos efectos de la guerra en Ucrania y tal vez sería la culpa de Putin o de Selensky y hasta de Biden.

Pasaron las horas sentado en su sofá con un libro en las manos que no podía leer y en la total oscuridad, pues ni siquiera había tenido el cuidado de tener siempre una vela o al menos de esas veladoras de vaso que su mamá le prendía a sus santitos.

No iba a poder ver las semifinale­s del futbol, ni la temporada final de "¿Quién mató a Sara?", y ni siquiera bañarse.

Así que se quedó solo, callado, incomunica­do, frustrado y mejor cerró los ojos...

Ya la noche había llegado y no había luz.

"¿Pero por qué les llaman apagadores?", se preguntó, "si también sirven para encender…pero que tonterías pienso"...

¿Nos portamos mal con la CFE?, ¿es eso una venganza contra las clases medias?, ¿es producto de la falta de mantenimie­nto de las instalacio­nes para generar luz? Su frustració­n lo llevó a pensar que tal vez sería uno de los muchos efectos de la guerra en Ucrania y tal vez sería la culpa de Putin o de Selensky y hasta de Biden.

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