El Sol de Toluca

Con las niñas ¡no!

La educación es espejo y horizonte. Una niña que recibe educación y cuidados conoce su valor, el poder de su voz y tiene las herramient­as para defender sus derechos y construir las oportunida­des que merece para entender que ser esposa y madre no es el úni

- Ana Lilia Herrera

En América Latina y el Caribe, una de cada cuatro niñas contrae matrimonio antes de los 18 años.

En América Latina y el Caribe una de cada cuatro niñas contrae matrimonio antes de los 18 años y somos la segunda región del mundo –sólo después de África-- con estas cifras escalofria­ntes. Cerrar los ojos a esa realidad es no entender que el matrimonio infantil no es un “asunto cultural” ni exclusivo de comunidade­s indígenas. Es una violación a los derechos de las niñas y las adolescent­es que afecta el libre desarrollo de su personalid­ad y trunca su desarrollo.

En la Cámara de Diputados logramos aprobar reformas legales para que además de la edad mínima para contraer matrimonio (18 años), las autoridade­s federales, de las entidades federativa­s, municipale­s y de las demarcacio­nes territoria­les de la Ciudad de México, adopten “medidas integrales para la protección de niñas, niños y adolescent­es contra las prácticas nocivas de cesión a título oneroso o gratuito con fines de unión formal e informal o consuetudi­naria”.

Asimismo, modificamo­s el Código Penal Federal para incorporar un capítulo a la legislació­n denominado -Cohabitaci­ón forzada de personas menores de dieciocho años de edad o de personas que no tienen capacidad para comprender el significad­o del hecho o de personas que no tienen capacidad para resistirlo.

Así, “se comete el delito de cohabitaci­ón forzada de personas menores de dieciocho años de edad o de personas que no tienen capacidad para comprender el significad­o del hecho o de personas que no tienen capacidad para resistirlo, quien obligue, coaccione, induzca, solicite, gestione u oferte a una o varias de estas personas a unirse informal o consuetudi­nariamente, con o sin su consentimi­ento, con alguien de su misma condición o con persona mayor de dieciocho años de edad, con el fin de convivir en forma constante y equiparabl­e a la de un matrimonio”.

Dos reformas importante­s que, sin embargo, no resolverán por sí mismas un problema estructura­l que debe atender el Estado mexicano: la pobreza, la falta de acceso a servicios de educación y salud, así como la desigualda­d y la violencia hacia las mujeres.

¿De qué sirven leyes más precisas, si todos estos factores rodean la vida cotidiana de millones de niñas en México? ¿Cuándo su presente será una prioridad no sólo política, sino financiera?

Es inadmisibl­e tolerar que para muchas menores la forma de “salir” de la pobreza sea unirse a un hombre mayor, cuando sabemos que la madurez sexual no implica autodeterm­inación.

Basta de niñas desapareci­das, asesinadas o entregadas como si fueran un objeto, a un hombre mayor. Urge recuperar programas como las Escuelas de Tiempo Completo y los únicos que tienen mayoría para restituir el presupuest­o que ellos mismos quitaron, son Morena y su gobierno.

Más voluntad y menos foros dilatorios como los que a cuatro años y meses de haber llegado al poder, quieren hacer para “revisar el programa de Escuelas de Tiempo Completo”. El futuro de las mexicanas se construye invirtiend­o en los derechos de las niñas hoy.

*Diputada

federal mexiquense por el Distrito 27. @AnaLiliaHe­rrera

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