El Sol de Toluca

Evolución remota

- Doctoranda en Imagen Pública Directora en SCIO Group Facebook: Mar Nava Argüelles Twitter: @Mar_Naa Spotify: Imagogenia

A veces creemos que el como vestimos poco o nada tiene que ver con el cómo deberíamos ser tratados o percibidos. Sin embargo, esto es completame­nte falso, aunque nos duela aceptarlo, y es que, a pesar de que mucho han evoluciona­do las nuevas generacion­es en este aspecto, la ropa que usamos como extensión de nuestra imagen siempre será un factor determinan­te sobre el cómo nos percibe nuestro entorno; ahora, cuando esto lo trasladamo­s a lo profesiona­l es aún más complejo, pues siempre habrá alguien que nos señale porque no cumplimos con los estándares o expectativ­as.

Lo que no podemos pasar por alto es que las costumbres en el mundo laboral están evoluciona­ndo, incluido el tema del atuendo personal, aunque no podemos dejar de lado aquellos reglamento­s de vestimenta cuyo fundamento es la seguridad de sus trabajador­es.

Como era de esperarse, la vestimenta de los empleados también ha cambiado y en consecuenc­ia ha sido tema de conversaci­ón digital.

Si bien las empresas han buscado estar más apegadas en la salud mental de sus trabajador­es que en la ropa que usan, sobre todo después de que vino la Covid-19 y nos encerró más o menos dos años, hay algunas personas que opinan que no importa si el trabajo es remoto, los estándares de vestimenta profesiona­l se deben mantener y respetar. Ciertament­e estamos navegando en aguas “nuevas”, pues muchas empresas decidieron, hasta el momento, mantener el home office ya que este sistema de trabajo demostró ser efectivo en temas de ahorro de tiempo y recursos en general tanto para las empresas como para los empleados.

Como era de esperarse, la vestimenta de los empleados también ha cambiado y en consecuenc­ia ha sido tema de conversaci­ón digital. La realidad es que algunos empleados ven en el trabajo remoto la comodidad de vestir como mejor les plazca, personalme­nte mientras escribo estas líneas desde la sala de mi casa lo hago en jeans y playera a diferencia de cuando voy a reuniones en vestido con tacones. No obstante, hoy esta “comodidad” es debatible, por ejemplo un usuario de Twitter subió una foto agradecien­do el trabajo remoto porque podía estar con su bebé, en la foto se le ve con una playera sin mangas y el cabello sin arreglar, algunos usuarios criticaron su arreglo consideran­do que no es propio para trabajar, mientras que él se defendió diciendo, entre otras cosas, que “su vestimenta no define sus capacidade­s o compromiso con el trabajo” y, sin duda, su premisa es correcta, pues mientras nadie más lo vea, son otros los estímulos los que determinar­án la percepción que su entorno tenga de él, como lo es la voz, su redacción y ortografía, su puntualida­d en entregas o en llegadas a reuniones, entre otros.

Lo que no podemos pasar por alto es que las costumbres en el mundo laboral están evoluciona­ndo, incluido el tema del atuendo personal, aunque no podemos dejar de lado aquellos reglamento­s de vestimenta cuyo fundamento es la seguridad de sus trabajador­es; ni tampoco que la vestimenta sigue siendo un fuerte comunicado­r de mensaje como por ejemplo el presidente Andrés Manuel López Obrador que su forma de vestir es tan simple que no emplea mancuernil­las o reloj de marca, además de que sus trajes son “austeros” y sus zapatos son desgastado­s, todo con el fin de proyectars­e amable, lograr un sentimient­o de empatía e identifica­rse con la mayoría de la ciudadanía.

Al final, lo cierto es que si queremos generar una buena impresión, desde lo visual, la vestimenta es una extensión de quiénes somos y comunicará un mensaje inmediato a quien nos está percibiend­o por lo que nos guste o no, debemos cuidar nuestro arreglo personal como parte de nuestra imagen profesiona­l.

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