SALVAJE WIL
acelerado crecimiento urbano en la zona, que a su vez traerá consigo otras problemáticas, preocupación que comparte junto con ambientalistas, activistas y pobladores de la región.
LOS GUARDIAS DE LOS CENOTES
La selva de Chemuyil, que en maya significa “el árbol que florece”, se ubica justo en el sur de la Riviera Maya. Su principal atractivo es que forma parte de uno de los cuatro sistemas hidráulicos más grandes de la zona. En específico, el pueblo está sobre el sistema Xunaan-Ha, que alberga 31 cenotes abiertos a lo largo de 52 kilómetros. En este lugar, hace seis años, cinco jóvenes comenzaron su lucha para preservar al gran acuífero maya.
“El proyecto Bejil-Ha nace por un problema de contaminación que había en los cenotes. Los cenotes que nos vieron crecer, hace seis años estaban en esta situación, mira”, narra Medina mientras sostiene en sus manos una carpeta con fotos donde se aprecian colchones, llantas, condones y hasta heces fecales dentro de las cuevas y cenotes.
“Fue nostálgico porque pues como creciste en ese lugar, el ver que había un colchón, que había una llanta, gente tomando y todo, pues te genera cierta nostalgia [...] Pero más allá de a lo mejor quejarse o que te gane la nostalgia, fue más la parte de ‘pues está bien, está así ahora, pero ¿qué podemos hacer para rescatarlo y preservarlo?’”.
Desde ese día, cuenta, se organizaron entre un grupo de amigos para “rescatar los lugares que nos vieron crecer”. Así estuvieron durante un año y medio hasta que se dieron cuenta que sólo limpiando no resolverían la situación, pues había muchas personas que tiraban más basura sabiendo que ellos la recogerían.
Comenzaron a pararse afuera de los cenotes para pedirle a la gente no introducir bebidas alcohólicas, cigarros, ni comida. Al principio enfrentaron algunas adversidades, sobre todo con la misma gente de Chemuyil, que consideraba ofensivo que unos simples jovencitos quisieran poner orden.
“Siempre de la manera más amable les decíamos ‘no mira, mi nombre es Einer, yo aprendí a nadar acá y así como yo lo disfruté de chavito y lo sigo disfrutando, ahora quiero que entre todos los cuidemos’”, relata.
“Afortunadamente, después de dos años nos volteó a ver también la PPA, que es la Procuraduría de Protección al Ambiente [...] Se enteraron de lo que estábamos haciendo y nos acreditaron legalmente
“También tenía que haber educación y empezamos a adentrarnos al tema de educación ambiental”
A diario los 16 jóvenes limpian los cenotes y hacen guardia desde muy temprano para recordarle a la gente las reglas básicas: no tomar, no fumar, no comer
UN de la región documentó la incertidumbre de los vecinos de Chemuyil, que comenzaron a preocuparse luego de ver banderines del Tren Maya cerca de sus hogares
YOUTUBER
su labor a tal grado que empezaron a sumarse a las denuncias y reclamos ambientales.
“Como que la misma gente se empezó a adjudicar ese valor o ese sentido de pertenencia, de que ‘eso también es mío y lo voy a cuidar’”, dice Einer con una sonrisa de satisfacción.
Su labor no es una tarea que se realice de forma esporádica. A diario los 16 jóvenes limpian los cenotes y hacen guardia desde muy temprano y hasta el mediodía para recordarle a la gente las reglas básicas para disfrutar de las cuevas: no tomar, no fumar, no comer. Tampoco permiten el uso de bloqueadores, repelentes ni bronceadores, pues hasta los biodegradables le hacen daño a la zona.
“Esta es una labor que el mismo proyecto sustenta, no es que el Gobierno esté pagando o algo así. No. La PPA sólo nos dio la credencial y listo. Nos hace un apoyo en cierto tiempo como tal, pero es un apoyo simbólico, porque de alguna manera tú estás de voluntario haciendo esto. No entraste por algún interés, estás de voluntario. Y lo que sustenta el 100 por ciento de todo lo que hacemos diariamente son las actividades ecoturísticas. Hacemos recorridos a cenotes”, dice.
A pesar de ser un proyecto tan local, Einer manda un mensaje: “Yo creo que les debería de importar a muchos hoy en día esto, por lo que estamos viviendo diariamente: el cambio climático, altas temperaturas, falta de agua en muchos lugares”.
Y aunque hoy en día todavía no pueden gritar ¡Lo logramos!, asegura que él y sus amigos se sienten muy orgullosos y satisfechos con todo lo que han avanzado. “Ya no es el proyecto Bejil-Ha, es de nosotros, de la comunidad y vamos a cuidarlo entre todos”.