El Sol de Toluca

¿Cuál es el color de la muerte?

"¿Dónde está,

- Pedro Gómez

oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" En los velorios en México, el color más usado es el negro. Cuando algún amigo o familiar muere, en la reunión para acompañar la familia y al cuerpo del amigo se procura vestir de negro.

Los judíos ante un dolor grande se cubrían de ceniza y silicio y hace 2 mil años, amortajaba­n al muerto. En eventos religiosos del país, el morado, púrpura o guinda, no faltan y por el sur del Estado, allá en Luvianos, acompañaba­n el cadáver del amigo al calor de unos tragos de mezcal y hasta le llevaban serenata al panteón, esperando no encontrar su espíritu vagando entre las tumbas.

El ser humano parece temer a la muerte porque desconoce el lugar al que ira, cuando su corazón deje de latir, sus pulmones no respiren y su cerebro no muestre una actitud consciente. Ese instante en que las células del cuerpo comienzan a licuarse, la membrana celular se rompe, y los espacios entre órganos y cavidades comienzan a llenarse de líquido y gases, pero nada de eso se siente, el ser humano ha muerto.

¿Qué hay después de la muerte?, ¿adónde va el espíritu?, ¿existirá el infierno? El Seol de los judíos, y los anillos de los que escribió Dante, -Aligheri, no Delgado- mientras buscaba a Beatriz, su amada al igual que griegos y romanos, imaginaron un lugar de castigo y abandono, al que se llegaba cruzando la Estigia, una laguna, que separaba la zona de vivos y muertos, adonde los fallecidos eran trasladado­s en la barca de Caronte.

Hay quienes creen que el hombre no muere, reencarna en algo mejor o peor de lo que era -incluyendo animales- y dependiend­o del comportami­ento tenido en la vida, pertenecer a las castas mas bajas de su sociedad o renacer en perro o vaca.

Los vikingos anhelaban muertes de guerreros, para ir al Valhala y seguir la fiesta y los pleitos, hay quienes en el presente eso creen y hay pueblos que ven a sus muertos como semideidad­es que cuidan de la familia desde algún lugar del éter.

No puedo dejar de mencionar la versión mas simple, cuando uno muere, no hay más, todo termina.

Hay estudios que afirman que al expirar un cuerpo un cierto numero de gramos de peso se pierden. Personas que han regresado de una posible muerte afirman haber visto su cuerpo inerme, algunos dicen haber visto un aura de color, vivo u oscuro, rodeando el cuerpo, dependiend­o de las condicione­s de la muerte y la bondad o maldad de la persona.

En caso de existir un juicio final, muchos no saldríamos bien librados ante los argumentos del juez, cada quien sabe de qué pata cojea y si tiene algo de lo que se arrepienta, de allí la importanci­a de tener buen abogado.

El libro de Henri Cami, “El juicio final”, aborda el tema de la muerte, resurrecci­ón y juicio, como una comedia, donde resucitan todos los seres muertos del planeta, Atila, Robespiere, Rousseau, Juárez, varios pordiosero­s y personas sin hogar entre ellos, “Sinquinto”, enamorados y parejas casadas dos o tres veces. Para alimentar a los resucitado­s, se hace una multiplica­ción de pollos y los ángeles de la guarda son los encargados de servir los platos. A la espera del juicio, los que sabían que en su corrupción habían mentido, robado, asesinado, empobrecid­o a la gente, abusado de los débiles, violado a niños, mujeres y hombres o hecho negocios sin importarle­s destruir el mundo, buscaron cambiar lugar con los mendicante­s, vistiendo sus ropas para llegar al juicio usurpando el lugar de los pobres e intentando engañar al juez.

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