SIN LÍDER
dificultades de la vida en las zonas periurbanas, la renuncia de Emmanuel Macron, la supresión del Senado, la convocatoria de elecciones, la organización de un referéndum y hasta la creación de una asamblea popular.
“En ese sentido, el movimiento de los “chalecos amarillos” traduce la angustia de la clase media frente a la brutal transformación de los modos de vida que impone el siglo XXI y que también explican el surgimiento del populismo”, estimó el sociólogo Michel Wieviorka.
COMPROBARON
que no tenían representantes capaces de hablar en nombre del movimiento ni para dialogar con el poder
Aunque sus reivindicaciones fueran posibles, los “chalecos amarillos” comprobaron que no tenían representantes capaces de hablar en nombre del movimiento ni para dialogar con el poder. Cada portavoz que designaban, era cuestionado por los militantes o amenazado por una corriente radical que no se sentía representada ni les consideraba autorizados para hablar.
Ese vacío de poder permitió, por un lado, que algunos sectores trataran de apropiarse de la rebelión para lanzarla en aventuras inciertas. Una de las estrellas mediáticas del movimiento, Eric Drouet, propuso en la red social Facebook lanzarse a la conquista del Palacio del Elíseo (sede del poder).
Maxime Nicolle, conocido en internet por su seudónimo de FlyRider, multiplicó las andanadas de rumores, fakenews, versiones fantasiosas y consignas extremistas como la “destitución de Macron”que terminaron de perturbar a los “chalecos amarillos”.
A pesar de un déficit flagrante de método para hacer prosperar sus reivindicaciones, el movimiento persistió en rehusar la cooperación con partidos y sindicatos que guste o no son los únicos que tienen oficio y experiencia para organizar, canalizar y expresar movimientos.
El divorcio con los sindicatos, por ejemplo, impidió que las grandes manifestaciones realizadas en París y en las principales ciudades del interior contara con adecuados “servicios de orden”.
Esos “especialistas” no solo sirven para impedir agresiones y desbordes de los militantes más exaltados, sino sirven para evitar la acción de grupúsculos de extremistas y vándalos, que son los principales factores de disturbios, destrozos, incendios y robos.
Eso explica la facilidad con que la ultra derecha, la extrema izquierda, los vándalos y los jóvenes desclasados de los suburbios infiltraron a los manifestantes y provocaron los violentos disturbios que conmocionaron al país.
En el fondo, los “chalecos amarillos” parecen haber comenzado a comprender algo que los sindicalistas y políticos “profesionales” aprendieron con la experiencia: para enfrentar el poder, es necesario tener ideas claras, estructuras organizadas y reivindicaciones precisas.
Esas condiciones, como en cualquier otro oficio, se aprenden con el tiempo y la experiencia.
Mientras tanto, hoy llevarán a cabo una nueva manifestación que ha despertado los temores del gobierno francés por la radicalización de la protestas, encabezada por movimientos de extrema derecha y de extrema izquierda, con la amenaza de anexión de miles de estudiantes.