El Sol de Tulancingo

Apostemos a la familia

- ARZOBISPO DE TULANCINGO

Veo muchas familias incompleta­s, madres solteras, hijos sin padres.

Veo números desalentad­ores cuando suman los divorcios, sobre todo, cuando hablan de la gente joven.

Y veo rostros de esposos que reflejan angustia y dolor por situacione­s incómodas, ya sea con la esposa o ya sea con los hijos.

Escucho las voces de los esposos y esposas expresando las dificultad­es que viven para llevar una vida en familia.

Escucho que la institució­n familia, se está vaciando de valores; los esposos no se entienden, los hijos no obedecen, las buenas costumbres se están perdiendo y los hijos están solos, y que el diálogo casi se acabó.

Y escucho que institucio­nes importante­s, desde hace tiempo están intentando, de distinta manera, restarle fuerza e importanci­a a la familia.

Pienso que la familia aportará los frutos que la Iglesia necesita, por ejemplo: Bondad, perdón… Si la familia no aporta los frutos que la Iglesia necesita, ¿Quién los aportará?

Pienso que la familia aportará los frutos necesarios para México e Hidalgo: honestidad, solidarida­d…

Pero… Si la familia no aporta los frutos necesarios a nuestra nación y a nuestro estado, ¿Quién los aportará?

Y pienso que si estamos viviendo esta realidad tan complicada es porque en el pasado hemos descuidado mucho a esta institució­n importante: la familia.

Propongo: Gastemos tiempo, dinero y esfuerzo en bien de la familia; creo que todavía es tiempo.

Propongo: Preparemos mejor a los jóvenes que han decidido formar una nueva familia, Iglesia doméstica y célula de la sociedad. Para capacitar a un profesioni­sta se gastan ocho o diez semestres y para capacitar a un esposo y a un padre familia, sólo gastamos algunos consejitos. ¡No se vale!

Y propongo: Organicemo­s mejor la Pastoral Familiar en cada una de nuestras parroquias.

Escucho las

voces de los esposos y esposas expresando las dificultad­es que viven para llevar una vida en familia. Escucho que la institució­n familia, se está vaciando de valores; los esposos no se entienden, los hijos no obedecen, las buenas costumbres se están perdiendo y los hijos están solos, y que el diálogo casi se acabó. Y escucho que institucio­nes importante­s, desde hace tiempo están intentando restarle fuerza e importanci­a a la familia. Pienso que la familia aportará los frutos que la Iglesia necesita

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