El Sol de Tulancingo

Don diablo se ha escapado Uno de

- twitter: @lamoviola

los méritos más importante­s de Belzebuth (Emilio Portes,2018) es que se reconoce y se respeta de manera interna como un filme de género. Y también, que su director, nacido en 1976, exorciza sus influencia­s. Lo he escrito en un par de ocasiones en este mismo espacio: “Mi madre una vez me dijo, el cine es una caja de referencia­s, nunca sabes cuándo te va a salir una”.

Belzebuth se construye, entre otras cosas, gracias a un imaginario colectivo cinematogr­áfico probado y el director lo entiende bien. Su labor, es ser un efectivo maestro de orquesta de una partitura, la historia del mismo Portes y Luis Carlos Fuentes, en la que las notas mantienen al espectador en constante tensión.

Hay un claro aire de transgresi­ón, como todo cine de horror que se respete, a cánones religiosos, además de metáforas claras de identifica­r. Y esto forma parte del gusto lúdico, mórbido del espectador. Porque el filme, se toma muy en serio lo cual se percibe en todo momento, de paso rompe con la idea, cada vez más diluida por fortuna, de que hay géneros en donde los gringos tienen la batuta.

Sin spoilers: Emmanuel (Joaquín Cosío) es un rudo judicial, que se enternece nada más ante su hijo recién nacido. Pero un hecho violento en el que el bebé es asesinado cambia la vida del agente de manera radical. Algunos años después, se verá involucrad­o en la investigac­ión de una serie de homicidios perpetrado­s con particular crueldad en contra de niños y por gente inocente que parece poseída.

Lo ayuda en la investigac­ión el leal Demetrio (José Sefami), al que se la pasa insultando. Al paso le sale el medio fifí agente estadounid­ense Ivan (Tate Ellington) quien claro, tiene un gran secreto. Pero la clave está en el torvo Vasilio (Tobin Bell). Todo indica que la nueva llegada del Mesías –literal está próxima. Y hasta ahí la dejamos.

Con una fotografía de Ramón Orozco que por momentos, sobre todo en las escenas policíacas, da un aire de film noir, la película de hecho transita también por esa vía genérica. El personaje de Emmanuel, en la primera mitad, es más un antihéroe con motivacion­es ambiguas.

En Cosío, por cierto, recae gran parte de la responsabi­lidad de que la historia mantenga un tono preciso. Su habilidad como actor, con la guía de Portes, logra que lo extremo no sea excesivo.

Belzebuth es una apuesta seria de cine genérico, que resalta por su manufactur­a e historia. Pero sobre todo, una dirección con una idea clara de a dónde se propone llegar. Mucho mejor, por cierto, que mucho

hollywooda­zo nuestro de cada día.

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