OMS pierde confianza en su función
GINEBRA. La Organización Mundial de la Salud (OMS), criticada por haber sobreactuado o haber sido demasiado suave en otras grandes epidemias, se juega su futuro en esta batalla contra el coronavirus, acusada por algunos de haber tardado demasiado en dar el grito de alarma.
Creada en 1948, la OMS, una de las agencias más poderosas de la ONU con siete mil empleados en el mundo, emite consejos, pero depende de la voluntad de los Estados. Esto no impide que suele ser criticada por sus acciones.
Tras el brote de la gripe H1N1 de 2009, que fue menos mortífera de lo que se temía, fue acusada de haber sobreactuado bajo la presión de los laboratorios farmacéuticos para declarar la pandemia, lo que desencadenó la producción masiva de medicamentos.
Cuando la terrible epidemia de Ébola azotó el oeste de África (2013), le reprocharon no haber mesurado la envergadura de la crisis en su inicio.
Después de ser reformada, la agencia puede responder de forma más eficaz a los nuevos brotes epidémicos, como lo está haciendo actualmente en la República Democrática del Congo, sacudida desde 2018 por un nuevo foco de Ébola.
La irrupción del coronavirus a finales de diciembre en China ha reavivado las críticas contra la institución.
Como en 2013, pero con menos intensidad, la OMS ha vuelto a ser acusada de tardar demasiado en dar la alerta y en enviar a expertos a la zona.
También se la critica por haber dudado antes de calificarla de pandemia, y por no coordinar una respuesta internacional a la crisis.
Parece que hay un consenso internacional en torno a las medidas de cierre de escuelas, comercios, trasnporte y otras actividades, y de aislamiento de ciudades o regiones enteras.
Pero la OMS no precisa cuándo tienen que entrar en vigor estar medidas en cada país, ni en qué orden.
“La OMS se mantiene sorprendentemente silenciosa (...) sobre estas cuestiones prácticas”, observa Antoine Flahault, jefe del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra.