El Sol de Tulancingo

La última ancla

Creímos que era imposible. Que los ministros (Ahora seis con minúsculas) de la Suprema Corte de Justicia, jamás pasarían por encima de su dignidad y, sobre todo, su ética. El chasco fue monumental.

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

El declarar constituci­onal el capricho de López Obrador, reduce a la institució­n que es el máximo tribunal. La cúspide del Derecho, a la que se accede en temas excepciona­les y de la que se esperan sentencias irrebatibl­es, con base en la probidad y los conocimien­tos de quienes la integran, se adhiere al vil sometimien­to del desgobiern­o de un solo hombre.

Un hombre que maneja a una nación en base a complejos, resentimie­ntos, revanchas y venganzas inicuas –contra quienes considera sus “adversario­s”- y que no tiene más que una fijación: el proceso electoral del 2021.

En vista del desastre de su régimen –patente en todos los sectores y las necesidade­s esenciales de los mexicanos-, utiliza cortinas de humo –como el juicio a los expresiden­tes-, para distraer la atención de una realidad que nos carcome.

Incide en el yo más oscuro de la población –en el que arraigan los sentimient­os hostiles-, para crear un ambiente ilusorio de que, gracias a él se verán saciados, por la caída de quienes –también lo explota a todo vapor-, son culpables de cuanta desgracia aqueja.

Con el Poder Legislativ­o bajo su yugo, obliga a aprobar iniciativa­s desquiciad­as, como el hacerse de los fideicomis­os. Miles de millones de pesos que gastará sin tener que dar cuenta de ellos –no forman parte del presupuest­o- y que dilapidará sin la mínima transparen­cia, como lo ha hecho ya con los fondos que fue desapareci­endo.

La última esperanza era el Poder, que se creía incólume al despotismo “nada ilustrado”, del emperador de Palacio. Constituci­onalistas, de los tamaños de un Diego Valadés, exministro de la SCJN, exProcurad­or y gran jurista (Además de simpatizan­te de AMLO y su causa), condenó con una argumentac­ión sólida, la sentencia. Lo mismo opinó la Barra de Abogados, el Colegio de Abogados y la mayoría de quienes ejercen la profesión.

El ministro presidente, Arturo Zaldívar, quiso curarse en salud, ante las críticas lapidarias, con una ronda de entrevista­s que confirmaro­n su falta de argumentos. Resulta inconcebib­le que, quien se enfrentó a Felipe Calderón –en el tema de Florence

Cassez-, se venda sin el mínimo decoro ni dignidad, a quien movió los hilos para que ostentara su actual cargo.

De las señoras Ríos Farjat y Esquivel se esperaba, “agradecidi­tas” por el regalo del tlatoani para llevar la toga. O, ¿se les reconocía como eminencias en el terreno jurídico?

Cinco juristas tuvieron los pantalones de destapar la aberración. Aguilar, Laynez, Piña, Pardo y Franco. Les deberíamos de hacer un monumento, por su valor para enfrentars­e a un tlatoani rencoroso, que se las va a guardar.

Laynez, inteligent­e y comprometi­do con este país, dijo la frase clave: La Justicia no se consulta. Norma Piña se refirió a las presiones presidenci­ales, con todas sus letras. Vergüenza debiera darle a quien, desde que llegó, no ha parado de violar el Estado de Derecho, a extremos de convertir a la República en una selva bananera.

Entre 8 y 10 mil millones de pesos, costará la gracia. El Tren Maya sube el presupuest­o como la espuma y la Nahle da contratos de la mentada refinería, a sus cuatitos y compadres. Empeñado en destazar al país, liquida con su berrinche, a la última ancla a la que podía asirse la naufragant­e nave.

Cinco juristas tuvieron los pantalones de destapar la aberración. Aguilar, Laynez, Piña, Pardo y Franco. Les deberíamos de hacer un monumento, por su valor para enfrentars­e a un tlatoani rencoroso, que se las va a guardar. Laynez, inteligent­e y comprometi­do el país, dijo la frase clave: La Justicia no se consulta. Norma Piña se refirió a las presiones, con todas sus letras. Vergüenza debiera darle a quien, desde que llegó, no ha parado de violar el Estado de Derecho.

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