Trump contagiado ¿Estrategia o puerta de salida?
Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apareció en el debate contra el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, en Cleveland, algo no se veía bien en él.
El mandatario, quien está buscando la reelección, ya se veía desmejorado, pero supuestamente a todos los presentes en ese evento, incluyendo personal, periodistas, staff de candidatos y cualquier persona que tuviera algo que hacer allí, le habían hecho la prueba del coronavirus, con el fin de que ese fuera un espacio seguro. Se trataba de un tema de seguridad nacional.
De inmediato se notificó que el presidente sería atendido en un Centro Médico Militar en la ciudad de Washington D.C., donde lejos de permanecer en una cama bajo constante revisión, hizo al menos dos videos, explicando que se sentía bien, pero luciendo sumamente demacrado.
Después tuvo una idea profundamente criticada, ya que durante el fin de semana salió a dar vueltas alrededor del hospital en una camioneta con un elevado blindaje junto con miembros del Servicio Secreto, que, al acompañar al mandatario en su capricho narcisista, expusieron su propia vida en lo que los medios estadounidenses llamaron "desfile Covid".
Finalmente, la actitud de Donald Trump hacia el coronavirus y a su propio contagio, ha ido muy en línea con lo que han hecho otros gobiernos populistas como los de Brasil y el Reino Unido, donde sin ánimo de verlo como una casualidad, los dos gobernantes, Jair Bolsonaro y Boris Johnson, respectivamente, también cayeron contagiados de Covid-19.
Si la enfermedad no le sirve para ganar simpatías, ni tiempo, faltando menos de un mes para las elecciones, en caso de ser derrotado, Trump podría asirse de ella para dejar el poder sin que lo persigan los que llegan, ni la tomen en su contra los grupos extremistas que lo han apoyado.