Guillermina Vázquez
Votar sin miedo y como acto instrumental: ¿Qué lograremos al votar el 18 de octubre?
Conforme se acerca la jornada electoral del 18 de octubre para renovar los Ayuntamientos en Hidalgo, quizás muchos de nosotros nos preguntamos “¿Para qué votar?”. No es noticia que existe un desencanto generalizado con la política, como ya señaló hace tiempo el Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México. Aunado a ello, el difícil año que atravesamos por la pandemia amenaza nuestra motivación para acudir a las urnas
Se nos dice con insistencia que el voto es un derecho y una obligación. Y en efecto, es ambas cosas. Pero nuestra indecisión y desgano persisten alimentadas —en parte— de algo que pasamos por alto: que el voto es, además, un acto instrumental. O, en otras palabras, una acción para conseguir algo. Ese algo es, en primera instancia, manifestar nuestra voluntad política (expresar quiénes queremos que ejerzan los cargos públicos). Sin embargo, hay más por lograr:
Votando contribuimos a evitar que la política pública quede a merced de los intereses de elites políticas. Dicho de otro modo, votar es influir en el momento clave de la renovación del poder; y con esta presencia a través del voto, hacer visibles las necesidades y prioridades del sector o sectores con los que nos identificamos: jóvenes, mujeres, indígenas, personas con discapacidad, etc. Similarmente, si no ejercemos nuestro sufragio y defendemos así nuestros intereses o puntos de vista, estaremos dejando que otros lo hagan por nosotros.
Votando manifestamos nuestra aprobación, rechazo o incluso castigo simbólico a las gestiones salientes. En palabras simples: podemos ratificar o retirar el poder a los partidos o personas en los cargos de toma de decisiones, dependiendo de nuestra evaluación sobre su desempeño.
Votando demostramos interés no sólo por nosotros mismos, sino por las y los demás; puesto que sufragar forma parte de una decisión colectiva que impactará en la vida de todos y todas (incluso, de quienes no voten).
Quizás creamos que nuestro voto, aislado, no logrará ninguna diferencia. Pero en realidad, si las personas que planeamos abstenernos, cambiamos de opinión y votamos el domingo, conformaremos un grupo significativo que puede llegar a decidir el sentido de los comicios.
Finalmente, además del abstencionismo hay otro factor a vencer: el miedo. Muchos de nosotros nos encontramos ya cuidando nuestra salud en la llamada nueva normalidad al trabajar, ir al supermercado o usar el transporte público. Votar no debe ser una excepción, porque las casillas contarán con medidas sanitarias para un ambiente seguro de COVID-19: señalizaciones para la sana distancia; limpieza y desinfección (de urnas, mamparas, marcadores de boletas y superficies) antes, durante y después de la votación; gel antibacterial; política de cero contacto entre electores y funcionarios(as) de mesa directiva de casilla; etcétera.