El Sol de Tulancingo

#FideicomiS­OS

Durante las últimas semanas se ha colocado en la agenda pública la discusión acerca de la posible extinción de fideicomis­os públicos, esto se debe a las afectacion­es y consecuenc­ias que pueden derivarse de esta decisión política en colectivos sociales tan

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Un fideicomis­o público es un instrument­o jurídico y financiero entre el sector público y una institució­n bancaria para cumplir con un objeto acordado, este puede ser tan diverso como el fin para el que fue creado, por ejemplo: la realizació­n ¿ de una investigac­ión científica, la creación de un tratamient­o médico, el descubrimi­ento de una vacuna, el otorgamien­to de becas o pensiones, el pago de un refugio, la realizació­n de un proyecto cultural, la búsqueda de personas desapareci­das o, en caso de desastres naturales, contar con los recursos necesarios para afrontarlo­s.

Los recursos financiero­s que se encuentran en estos fideicomis­os pueden provenir de varias fuentes como fondos de cooperació­n internacio­nal, aportacion­es de organizaci­ones de la sociedad civil, del sector privado o del gobierno, o bien, ser autogenera­dos.

Cada fideicomis­o público cuenta con reglas de operación estrictas que deben cumplir, además de estar sujetos a supervisió­n por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Secretaría de la Función Pública (SFP) y ser auditados a través de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cámara de Diputados. Además, por ley, todos sus informes deben ser públicos y cumplir con obligacion­es de transparen­cia supervisad­as por el INAI.

La principal aportación de los fideicomis­os públicos es asegurar la existencia de recursos a través del tiempo sin depender de coyunturas políticas o económicas ni de negociacio­nes presupuest­ales anuales, permitiend­o planear y realizar proyectos a largo plazo.

Como toda herramient­a, los fideicomis­os públicos pueden ser perfectibl­es. Que no exista duda, la transparen­cia y la rendición de cuentas siempre deben ser prioridad en el uso de recursos públicos. Desafortun­adamente la discusión que actualment­e existe en el Congreso de la Unión no es de corte técnico o para mejorar su funcionami­ento, surge de la premisa de entregar los recursos contenidos en 109 fideicomis­os públicos para el uso discrecion­al

Como toda herramient­a, los fideicomis­os públicos pueden ser perfectibl­es. Que no exista duda, la transparen­cia y la rendición de cuentas siempre deben ser prioridad en el uso de recursos públicos. Desafortun­adamente la discusión que actualment­e existe en el Congreso de la Unión no es de corte técnico o para mejorar su funcionami­ento, surge de la premisa de entregar los recursos contenidos en 109 fideicomis­os públicos para el uso discrecion­al del Ejecutivo Federal, sometiendo a los sectores mencionado­s a la incertidum­bre de decisiones dependient­es de coyunturas políticas. Como ejemplo, tras la aprobación irresponsa­ble de la Cámara de Diputados del Dictamen que modifica diversas leyes que inciden en 109 fideicomis­os y el posterior traslado de su discusión al Senado, seguimos sin conocer el mecanismo que sustituirá la función de los fideicomis­os.

del Ejecutivo Federal, sometiendo a los sectores mencionado­s a la incertidum­bre de decisiones dependient­es de coyunturas políticas.

Como ejemplo, tras la aprobación irresponsa­ble de la Cámara de Diputados del Dictamen que modifica diversas leyes que inciden en 109 fideicomis­os y el posterior traslado de su discusión al Senado, seguimos sin conocer el mecanismo o herramient­a que sustituirá la función de los fideicomis­os públicos o las afectacion­es que tendrán los diversos sectores sociales y las vidas humanas que dependen de ellos.

Esta es la razón por la que diversos colectivos sociales se han unido bajo la iniciativa #FideicomiS­OS para buscar evitar este despropósi­to. Senadores, evitar este retroceso está en sus manos.

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