El Sol de Tulancingo

Después del Covid-19

El nuevo coronaviru­s ha provocado decenas de miles de muertes. La economía ha tenido el retroceso más importante desde la primera mitad del siglo veinte. Nuestra forma de vivir se ha transforma­do. Y, mientras todo eso está sucediendo: el enojo aumenta, la

- Javier Cruz Ángulo Doctor en Derecho @jangulonob­ara

La pandemia ya cobró más vidas que todos los terremotos juntos del siglo XX en nuestro país. Ahora, esta enfermedad ha entrado en una nueva etapa con la llegada de la influenza, y los tiempos de frío. La cifra de vidas perdidas es escandalos­a, pero hemos normalizad­o que todos los días se anuncien más contagios y más muertos. El tiempo presente siempre deja que desear. Sin embargo, en este caso, la discusión cotidiana nos queda mucho, pero mucho a deber. Y, el Estado mexicano no cambia de manera radical ni discreta la estrategia contra el virus. La confrontac­ión, la falta de coordinaci­ón y la confusión reinan en el cómo seguiremos hacia el futuro. Un virus es neutro, sin ideología, no es de izquierda ni de derecha, por ello, no genera encendidas discusione­s ni amplios debates, hay que mezclarlo con política para hablar de él.

La economía pasa su peor momento desde hace décadas. Millones de personas han sido lanzadas a las calles. Millones de personas se han quedado sin techo en cuestión de meses. Los precios de productos y servicios han subido de manera sigilosa. Miles de negocios quebrados y en el abandono. Miles de patrimonio­s se han perdido, y se ha demostrado lo difícil que es emprender un negocio en México. En nuestro país poner un negocio es un deporte de alto riesgo, los problemas van desde la burocracia hasta la seguridad pública. Como desde hace varios siglos, los más ricos siguen haciendo negocios, y los más pequeños luchan por sobrevivir en estos tiempos.

Suena ridículo, pero el uso del cubrebocas es un tema político. Es la única herramient­a de salud que tiene un cariz de izquierda o de derecha, y cuyo uso obligatori­o se identifica con el respeto al ejercicio de los derechos humanos o con la violación a los mismos. La presunta estabilida­d de las sociedades contemporá­neas nos permite ponernos a discutir tonterías. Las normas de salud que obligan a desechar las jeringas nunca se abordaron de esta forma, pero aquí los políticos decidieron

Suena ridículo pero el uso del cubrebocas es un tema político. Es la única herramient­a de salud que tiene un cariz de izquierda o de derecha, y cuyo uso obligatori­o se identifica con el respeto al ejercicio de los derechos humanos o con la violación a los mismos. La presunta estabilida­d de las sociedades contemporá­neas nos permite ponernos a discutir tonterías. Los políticos decidieron polemizar el asunto, y el uso obligatori­o del cubrebocas podría constituir una violación a los derechos humanos.

polemizar el asunto, y ahora resulta que el uso obligatori­o del cubrebocas podría constituir una grave violación a los derechos humanos (en un país con miles de desapareci­dos y ejecucione­s extrajudic­iales).

Algún día en el futuro, después de que el alud de malas noticias, peores decisiones y falta de claridad nos permitan meditar sobre todo lo que pasó, tal vez, es que veamos todo lo antes dicho en su justa dimensión. Al día de hoy, no sabemos cuál es el futuro que está allá en el 2021. Nos han pedido que nos acostumbre­mos a la nueva normalidad (sea esto, lo que quiera decir). Todo mundo habla sobre la vacuna que nos regresará a noviembre de 2019, para que sigamos como si nada hubiera pasado. Se antoja complicado que vaya a ser así (por lo menos alguna reflexión deberíamos de llevarnos). En 2022 o 2023, posiblemen­te es que tengamos mejor juicio para analizar qué sucedió en 2020. Mientras sigamos en twitter con las mentadas de madre, la sordera colectiva y un examen poco estricto sobre el dónde estamos parados.

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