El Sol de Tulancingo

Promesas, fideicomis­os y transparen­cia

- Manuel Guadarrama Coordinado­r de Gobierno y Finanzas del @IMCOmx. @ManuGuadar­rama

Esta semana tocará a la Cámara de Senadores la discusión sobre la extinción de los fideicomis­os. Se anunció por el presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política, el senador Ricardo Monreal, que se turnará para dictaminar la minuta a las comisiones de Hacienda y Estudios Legislativ­os Segunda sin un proceso de "parlamento abierto". La extinción de los fideicomis­os dividió votos inclusive en los diputados, se aprobó por 242 votos a favor, hubo 178 en contra, 7 abstencion­es y 73 diputados que no votaron.

Analizando los argumentos a favor de su extinción objetivame­nte, no existen razones para dar trámite a este machetazo de recursos. Los fideicomis­os son un instrument­o jurídico. El fideicomit­ente, en este caso mayoritari­amente el gobierno destina recursos públicos, en la mayor parte de los casos, por existir una obligación legal de hacerlo, a un propósito específico. El fiduciario, una institució­n bancaria los administra y los fideicomis­arios reciben esos recursos.

La amplitud de su funcionami­ento hizo posible el uso y abuso de esta figura. Este manejo opaco y posiblemen­te corrupto, derivó en una serie de reformas legales. En 2015, la Ley General de Transparen­cia los incluyó como sujetos obligados a publicar informació­n y el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (INAI) ha señalado en distintas resolucion­es que el secreto fiduciario no es aplicable a los fideicomis­os, fondos públicos y contratos análogos. Además, los fideicomis­os públicos cuentan con comités técnicos que operan con reglas y lineamient­os. Las decisiones son discutidas, valoradas y consensuad­as. Como todo ordenamien­to jurídico, es perfectibl­e, pero en los últimos cinco años avanzó en materia de transparen­cia.

Nadie cuestiona que un proyecto de ciencia, investigac­ión, libro, entrenamie­nto para las olimpiadas o realizació­n de una película requiera más de un año. Con este propósito se constituye­ron fideicomis­os para avanzar en la gobernanza de las finanzas públicas. Asegurar recursos para su realizació­n y funcionami­ento independie­ntemente del jaloneo presupuest­al / político de cada año. Ya no hablemos de aquellos centros de investigac­ión que generan sus propios recursos o buscan cooperació­n internacio­nal y que

Se convocó a un "parlamento abierto" donde los distintos sectores tuvieron la oportunida­d de explicar sus propios argumentos en contra de esta iniciativa; sin embargo, ninguno de ellos fue tomado en cuenta.

depositan recursos en estos fideicomis­os.

Claro que debemos escandaliz­arnos si hay fideicomis­os para mantener prebendas y gastos personales injustific­ados, recursos para adquisició­n de inmuebles o casas de magistrado­s que más que cumplir un propósito público son una ofensa para la población. Desafortun­adamente esos no son los fideicomis­os que se están eliminando. De los fideicomis­os contemplad­os, 91 correspond­en a investigac­ión sobre pobreza, el desarrollo de ciencia y tecnología o sustentabi­lidad energética. Los otros 18 comprenden al Fondo de Desastres Naturales (Fonden) o el Fondo para el Deporte de Alto Rendimient­o, el Fondo para la Protección de Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodista­s, entre otros.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público en un esfuerzo por justificar su extinción, logró sintetizar lo que hay: una promesa que no se convertirá en realidad sin recursos de por medio. Lo que contiene la minuta que discutirá el Senado es una eliminació­n de tajo a los fideicomis­os, sin una valoración y análisis previo. Lo que hay es incertidum­bre sobre poder contar con estos recursos en el presupuest­o de este y de siguientes años. Lo que queda es un control político sobre estas actividade­s y sectores.

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