El Sol de Tulancingo

Desarrollo del Istmo de Tehuantepe­c

- Rodrigo Alpízar Empresario

Es claro cuáles son los mega proyectos estrella de este sexenio; sin embargo, hay uno en particular que no suele acaparar los titulares de prensa ni las mañaneras, pero que ha venido avanzando con fuerza. Nos referimos al Corredor Interoceán­ico del Istmo de Tehuantepe­c (CIIT), presentado formalment­e en diciembre de 2018 y que al día de hoy ya cuenta con un Plan Estructura­l, un Plan Maestro Conceptual, una Estrategia de Desarrollo Industrial, obras en marcha y hasta ha albergado un foro de logística, de acuerdo con la informació­n oficial disponible.

La franja que une los puertos de Salina Cruz (Oaxaca) con Coatzacoal­cos (Veracruz), conocida como el Istmo de Tehuantepe­c, es fundamenta­l para aprovechar la caracterís­tica bioceánica de México, ya que es la zona más angosta para conectar al Pacífico mexicano con el Atlántico (Golfo de México), zona privilegia­da por sus recursos naturales y minerales, así como su biodiversi­dad y variedad étnica. Paradójica­mente, esta zona es también donde la desigualda­d y la pobreza han marcado la vida de muchas mexicanas y mexicanos.

Desde principios del siglo XIX, esta región ha sido llamada a ser un punto logístico clave para el cruce de insumos, bienes y personas, pero la realidad es que en todos estos años, no se ha concretado como tal, sino que ha tenido aproximaci­ones relevantes, como la creación de la Zona Económica Especial de Salina Cruz, durante el sexenio pasado. El desarrollo del Istmo de Tehuantepe­c es algo que México lleva esperando mucho tiempo. Segurament­e por eso levantó tantas esperanzas el anuncio hecho en 2018 por el Presidente López Obrador, de invertir 20 mil millones de pesos para el CIIT e inaugurarl­o en 2023 y segurament­e por eso es el proyecto estrella menos objetado, a comparació­n de Dos Bocas o Santa Lucía.

Sin embargo, un proyecto de ésta importanci­a no puede ser un cheque en blanco de la ciudadanía al gobierno, sino que debe ser muy transparen­te en cuanto al uso de recursos y socializac­ión de planes, no privilegia­r las adjudicaci­ones directas y abarcar las dimensione­s ambientale­s y sociales como el análisis ambiental, la gestión de riesgo, la consulta regional y otras buenas prácticas internacio­nales recomendad­as por organismos como la Corporació­n Financiera Internacio­nal. En síntesis, el desarrollo regional no puede ser a cualquier costo, al contrario: debe ser ejemplo de cómo hacer negocios bajo los más altos estándares posibles.

En los que respecta a la dimensión industrial y económica, estamos hablando de la rehabilita­ción ferroviari­a en diversos tramos, la ampliación de los puertos de Coatzacoal­cos y Salina Cruz, incluyendo una terminal de contenedor­es en cada puerto y un nuevo puerto industrial. En cuanto a caminos, no solo es la modernizac­ión de los tramos ya existentes en la Carretera Federal 185, sino la autopista del propio CIIT y los caminos alimentado­res.

También incluye infraestru­ctura eléctrica y de gas natural: desde el mantenimie­nto y modernizac­ión de un oleoducto de más de 200 kilómetros, la rehabilita­ción de las refinerías de Minatitlán y Salina Cruz, hasta centrales para generación eléctrica. Así como la instalació­n de fibra óptica para la industria y las comunidade­s del Istmo.

Resulta entonces lógico solicitar que este tipo de proyectos deban privilegia­r el encadenami­ento productivo en México, es decir que el dinero público sirva para detonar la economía local y a las empresas nacionales, logrando un equilibrio entre las licitacion­es internacio­nales y las nacionales. De nuevo, se trata de que un megaproyec­to como el CIIT cumpla sus objetivos de cerrar las brechas social y económica entre el sur-sureste y el resto del país, generando derrama de recursos en México y en estricto apego a la Ley. Esto último es lo que ha resuelto el propio Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (INAI) hace unos días.

La oportunida­d que nos ofrece el Corredor Interoceán­ico del Istmo de Tehuantepe­c es histórica, durante años se ha hablado de reactivar dicho corredor, llegando a comparar su potencial importanci­a con la del Canal de Panamá, por donde hoy cruzan el 6 por ciento del comercio mundial. No podemos darnos el lujo de que éste proyecto no le salga bien a México.

La franja que une los puertos de Salina Cruz (Oaxaca) con Coatzacoal­cos (Veracruz), conocida como el Istmo de Tehuantepe­c, es fundamenta­l para aprovechar la caracterís­tica bioceánica de México, ya que es la zona más angosta para conectar al Pacífico mexicano con el Atlántico (Golfo de México), zona privilegia­da por sus recursos naturales y minerales, así como su biodiversi­dad y variedad étnica. Paradójica­mente, esta zona es también donde la desigualda­d y la pobreza han marcado la vida de muchas mexicanas y mexicanos.

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