El Sol de Tulancingo

Otilio Montaño, el zapatista fusilado por el zapatismo

- David Cárdenas Rosas PASO A DESNIVEL

“Muero para satisfacer venganzas mezquinas y ambiciones miserables”. Fue lo último que escribió Otilio Montaño

“Muero para satisfacer venganzas mezquinas y ambiciones miserables”. Fue lo último que escribió.

Nació la Villa de Ayala, Morelos el 13 de diciembre de 1877.

Realizó sus estudios primarios en la ciudad de

Cuautla.

Al concluir estos estudios, comenzó a trabajar como maestro en la escuela de Tepalcingo.

En Villa de Ayala se incorporó a los revolucion­arios.

El 11 de marzo de 1911, Torres Burgos en Villa de Ayala leyó el Plan de San Luis. Otilio Montaño gritó “¡Abajo las Haciendas y Vivan los Pueblos!”.

En 1911, el Gobierno de León de la Barra trató de aniquilar al zapatismo. Montaño colaboró y logró que Zapata conferenci­ara con Francisco I. Madero tratando de limar asperezas.

Cuando Zapata supo que el gobierno no cumpliría con los acuerdos, instruyó a Otilio Montaño y al Gral. José Trinidad Ruiz, redactaran un plan en el cual se le aclarara, su propósito de redistribu­ir la tierra a los campesinos.

Estaba próxima la toma de posesión de Madero. Quién tampoco cumplió su promesa. Zapata reiteró las instruccio­nes para que se procediera a dar a conocer el Plan formulado.

Zapata proclamó el Plan de Ayala, y Otilio Montaño leyó el documento.

Después de la muerte de Madero y Pino Suárez. Huerta se hizo del poder.

Luego de derrocar al gobierno huertista, Montaño fue designado para presidir la delegación zapatista que concurrió a la Convención de Aguascalie­ntes en 1914; no acudió, y se nombró en su lugar al periodista Paulino Martínez.

Más tarde, los zapatistas rompieron con Carranza, pues no reconoció los acuerdos de la Convención.

En 1916, las fuerzas carrancist­as invadieron el estado de Morelos, y trataron de atraerse a los principale­s jefes zapatistas hacia el gobierno.

Las fuerzas de Carranza a fines de 1916 aprehendie­ron a un correo que llevaba documentos compromete­dores para el divisionar­io Francisco Pacheco.

Las cartas llegaron a Zapata, y el general Pacheco fue fusilado el 1o. de enero de 1917, en Miacatlán. Esa misma documentac­ión sirvió para enjuiciar a Montaño.

Capturaron a Otilio Montaño; Manuel Palafox, y Soto y Gama, y pidieron su condena.

Emiliano Zapata reunió una corte marcial. Zapata dijo que le perdonaría cualquier delito, menos la traición.

El Tribunal lo declaró culpable.

Otilio Montaño escribió su “Testamento Político”; aseguró que Zapata había tenido “la debilidad de que sus enemigos lo destruyera­n”, firmó su sentencia, y se despidió de su familia.

El mismo día, 18 de mayo de 1917, fue ejecutado por un pelotón de fusilamien­to en Tlaltizapá­n.

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