Reynosa: grito al vacío
Todo indica que existen pactos de los gobiernos, federal y locales con los grupos del narcotráfico
Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro. Confucio Quince muertos es el saldo de un ataque de presuntos miembros de la delincuencia organizada. Las víctimas nada tenían que ver con las disputas entre las facciones del Cártel del Golfo. La masacre fue un símbolo para “disputar la plaza”. Tuvo que pasar una hora para que autoridades locales y federales reaccionaran e intervinieran, ¿complicidad?, ¿ineptitud? o ambas.
En las últimas horas más muertos en Salvatierra, Guanajuato, y en algunos municipios de Michoacán. La sangre, producto de la violencia circula por el país sin parar. El discurso de López Obrador del fin de las matanzas estalló en mil pedazos.
Su reiterada política criminológica ha dejado hasta ahora un saldo desastroso: 87 mil 856 homicidios dolosos en lo que va de gobierno, según cifras oficiales. Por cierto, muy por encima de los sexenios inmediatamente anteriores. Cada mes las cifras confirman la ausencia de un rumbo certero del gobierno de la 4T. En el informe reciente de homicidios dolosos confirmó que mayo no sólo fue el más alto en cifras, sino fue el más violento de los últimos 23 años.
Por si faltaba algo, en el panorama de las violencias, los delitos de género crecieron este año. Los feminicidios subieron 7.1 por ciento en los primeros cinco meses, en comparación con el mismo periodo de 2020, violación
30.5 po ciento y la trata de personas
47.5 por ciento (Reforma, 22/6/21, p.2).
Frente al desastre, el inquilino de Palacio Nacional sólo tiene como recurso profundizar y ampliar la militarización del país. Su mirada no da para más, reproduciendo los reflejos, meramente punitivos, de sus antecesores. Los 99 mil integrantes de la Guardia Nacional han resultado incapaces para siquiera contener la dinámica de la criminalidad organizada. Ahora, para 2023, ya serán parte de la Secretaría de la Defensa Nacional. Aunque, contradictoriamente la orden es no realizar acciones ofensivas contra la criminalidad.
El coctel que enfrentamos es terrible: un presidente sin ninguna idea para articular políticas públicas multidisciplinarias y un grupo de gobernadores escondidos en sus madrigueras del confort. Y, además, ambos poderes sin destinar recursos para la prevención social del delito y las violencias.
Así, dada esta notable ineptitud de los poderes públicos, una conclusión que no puede evadirse es que, en realidad, todo indicaría que existen múltiples pactos de los gobiernos, federal y locales con los grupos del narcotráfico para que actúen con toda impunidad. Ya hay algunas hipótesis, además de los parabienes que expresó Lopez Obrador, por su “buen comportamiento”. Es imposible sólo quedarnos con la idea de gobiernos torpes e incapaces. Seríamos demasiado ingenuos.