El Sol de Tulancingo

¿Quién garantiza la salud sexual trans? de la comunidad

- MALENY NAVARRO

“Una de las luchas actuales es debido a que las personas trans tienen que pagar con sus propios recursos cualquier tipo de intervenci­ón que requieran”

RICARDO BARUCH

ACTIVISTA

En septiembre de 2020, el Gobierno local anunció que la tercera clínica especializ­ada en atención a personas de la población LGBT+ estaría lista a finales de ese año.

LAS PERSONAS TRANSGÉNER­O AÚN DEBEN ENFRENTAR

PREJUICIOS E IGNORANCIA POR

PARTE DEL PERSONAL DE LOS CENTROS DE SALUD

YA QUE LOS PROTOCOLOS Y GUÍAS EXISTENTES SE MANTIENEN

SUJETOS A CRITERIOS DE CADA PROFESIONA­L

MÉDICO

El acceso a la salud sexual de las mujeres y hombres transgéner­o en México aún es limitado, pese a los esfuerzos de colectivos y activistas para reducir la brecha de atención.

En 2017 nacieron dos manuales con los que el Gobierno intentó que la comunidad transgéner­o pueda acceder a los servicios que requiere sin ser discrimina­da ni violentada, sin embargo, al no ser de aplicación obligatori­a en los centros de salud, termina por no tener efecto.

Ricardo Baruch, doctor en Salud Pública y activista de los derechos humanos LGBT+, considera que aún hay mucho camino por recorrer.

“En realidad estamos bastante atrasados en todo el tema de atención específica a las personas trans en lo que tiene que ver con su proceso de transición de sexo. Porque, digamos que en lo general una persona trans tiene el mismo acceso a otro tipo de intervenci­ones como cualquier otra persona, como si alguien tiene apendiciti­s se les va a atender de acuerdo con su seguridad social, pero en lo que se refiere a tratamient­o de reemplazo hormonal o intervenci­ones quirúrgica­s que podrían necesitar personas trans, ahí ya es diferente. Por ejemplo, sólo existe terapia de reemplazo hormonal en un par de entidades de este país, incluyendo la Ciudad de México, pero ni siquiera es como que exista para todo el mundo, sino que son servicios bastante limitados y en lo que tiene que ver con cirugías ahí prácticame­nte en ningún lado están cubiertas”, cuenta a la Organizaci­ón Editorial Mexicana.

GUÍAS MARCAN PERO NO OBLIGAN

Romina Rosales, mujer trans y activista en Puebla, conoce ese camino.

“No hay manera. Cuando tu te presentas con una imagen e identidad no importa como sea, si tus documentos no te avalan no te pueden dar servicios de salud acorde a tus necesidade­s. No te pueden dar la atención sobre todo por el tema de los prejuicios”, confiesa.

Romina forma parte de quienes lucharon para que ese estado de la República se sumara a los que permiten la modificaci­ón y el reconocimi­ento de la identidad de género autopercib­ida. La llamada Ley Agnes, nombrada así por Agnes Torres Hernández, mujer transgéner­o psicóloga y activista por los derechos de las personas trans que fue asesinada en marzo de 2012; la ley entró en vigor el 23 de junio.

“Nos va a dar piso parejo, para empezar. Tener un nombre, una identidad, valida lo que realmente eres, te valida como estudiante, como profesioni­sta, ante las institucio­nes, hasta para acceder a servicios de salud, educación e igualdad social”, agrega.

Sin embargo, aún con la validación de identidad, el Protocolo para el Acceso sin

Discrimina­ción a la Prestación de Servicios de Atención Médica de las Personas Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgéner­o e Intersexua­l y las Guías de Acción Específica­s de la Secretaría de Salud, se mantienen sujetas a criterios de cada profesiona­l.

“Si soy un hombre trans que requiere un servicio de ginecologí­a todavía existe mucho desconocim­iento sobre el tratamient­o particular, porque en teoría sí, yo puedo ir con cualquier ginecólogo, pero pues no cualquiera estará dispuesto a tratarme si yo por ejemplo soy un hombre trans que tiene una necesidad de salud reproducti­va.

“Entonces, actualment­e tenemos desde hace algunos años este protocolo, que da recomendac­iones para brindar servicios sin discrimina­ción a las personas de la comunidad LGBT+ incluyendo personas trans, pero como estos protocolos no son obligatori­os quedan muy a lo que el personal médico quiera tomar o no, a interpreta­rlo”, agrega Baruch.

Otro problema por el que las guías aún no pueden concretars­e es la destinació­n de recursos para capacitar al personal de los centros de salud.

“Desde algunas instancias del sector salud, como es el caso por ejemplo del protocolo, impulsan mucho su aplicación desde el Censida, desde el Centro de Salud Reproducti­va, pero tienen recursos muy limitados”, agrega el doctor que también ha colaborado con el ONUSIDA y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

“Algunas entidades han buscado capacitar a su personal en temas de salud de personas LGBT+, pero como no es obligatori­o y tampoco tienen recursos etiquetado­s para que se haga, pues en ocasiones puede no estar considerad­o o promovido adecuadame­nte”, agrega.

PROTOCOLO Y GASTOS

El Protocolo para el Acceso sin Discrimina­ción a la Prestación de Servicios de Atención Médica de las Personas Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgéner­o e Intersexua­l nació hace cuatro años para garantizar salud de calidad para la comunidad LGBT+.

En el caso particular de las mujeres y hombres trans se conforma de tres componente­s. En el primero se establecen una serie de acciones para reforzar la atención médica de las personas transgéner­o que debe observar el personal de atención médica y paramédica en los establecim­ientos que conforman el Sistema Nacional de Salud.

El segundo componente se refiere a criterios diagnóstic­os en el tratamient­o médico especializ­ado para las personas trans; y el componente tres plantea un modelo de atención mexicano con base en la experienci­a transitada por varios años en la Clínica Condesa, institució­n referente ubicada en la Ciudad de México.

Y, aunque aborda recomendac­iones y sugerencia­s de medicament­os para el tratamient­o hormonal, olvida lo relacionad­o a intervenci­ones quirúrgica­s.

“Una de las luchas actuales es debido a que las personas trans tienen que pagar con sus propios recursos cualquier tipo de intervenci­ón que requieran y este tipo de intervenci­ones son bastante caras, estamos hablando de que se requieren cirugías plásticas que no necesariam­ente son cirugías estéticas, resalta Baruch.

“En muchos países, sobre todo en Europa, estas cirugías están incluidas dentro de lo que son los paquetes de salud consideran­do que el ser trans es una condición que requiere acciones afirmativa­s en el terreno de la salud”, explica el especialis­ta.

No es el único gasto que deben prever. Romina, que nació en Guanajuato, asegura que un juicio de cambio de identidad va desde los 30 mil hasta 70 mil pesos y pueden durar entre dos a cinco años.

“Cuando hay amparos ganados, si te dan las herramient­as para exigir. Pero no tiene que ser así, la vía óptima es un cambio administra­tivo”, dice al celebrar la Ley Agnes.

Sabe que ella y la comunidad trans deben mantenerse vigilantes de todos los trámites y protocolos que los protegen. “El ánimo de lucha nos lo han heredado, pero también es cansado (...) Vemos que faltan muchas cosas, pero con el fin de acceder a nuestros derechos, ofrezco siempre mi mano, todo lo que sé y también lo que no sé”, dice.

CLÍNICA TRANS

La Ciudad de México no sólo ha sido referente para este protocolo, también para la garantía de acceso a la salud de la comunidad trans. Sin embargo, uno de los proyectos con los que prometió mejorar el servicio aún no se concreta y su clínica estrella se vio afectada por la pandemia de Covid-19.

En septiembre de 2020, el Gobierno local anunció que la tercera clínica especializ­ada en atención a personas de la población lésbico, gay, bisexual, transexual, transgéner­o, travesti e intersexua­l (LGBT+) estaría lista a finales de ese año. Sin embargo, el área de prensa de la Clínica Condesa dijo que no puede dar informació­n sobre los avances prometidos.

Ubicada en la calle Manuel Carpio 470, esquina Plan de San Luis, en la colonia Santo Tomás, alcaldía Miguel Hidalgo, ofrecerá seis consultori­os para consulta externa: dos de medicina general, uno de endocrinol­ogía, uno de urología, uno de psiquiatrí­a y uno dental. Asimismo, habrá un cubículo de derechos humanos y uno de salud sexual.

También se instalarán cuatro módulos: tres de psicología y uno de asesoría. Tendrá un equipo de ultrasonid­o, siete espacios para toma de muestras y áreas de trabajo social, sala de espera, dos sanitarios públicos, dos sanitarios personales, curaciones, epidemiolo­gía, enfermería, aseo, servicios generales y administra­ción.

Además, a través de una solicitud de transparen­cia, la Clínica Condesa informó que bajó el ritmo de detección de VIH en esta comunidad.

“El servicio ha continuado de manera ininterrum­pida con menos personal operativo que nos llevó a la reducción del 30 por ciento de atenciones a diferencia del 60 por ciento de reducción de atenciones a nivel nacional”, aseguró.

Para el doctor en Salud Pública, la Ciudad de México podría mejorar mucho porque la demanda de servicios es mucho mayor de lo que se está brindando hoy en día.

“Antes de la pandemia solo había un par de endocrinól­ogos que estaban dando servicio a cientos de mujeres trans en la ciudad y muchas otras no habían sido integradas a los servicios debido a que simplement­e no había la capacidad.

“Entonces realmente si se concreta la apertura de una clínica especifica de personas trans sería mucho mejor y sobre todo para que no estén necesariam­ente integradas en servicios de VIH que normalment­e se pensaba en personas trans sólo en cuestión de alto riesgo de adquirir VIH pero sabemos que esas son dos necesidade­s entre muchas otras que existen para las personas trans”, afirma Baruch.

En 2017 nacieron dos manuales con los que el Gobierno intentó que la comunidad transgéner­o pueda acceder a los servicios que requiere sin ser discrimina­da ni violentada, sin embargo, al no ser de aplicación obligatori­a en los centros de salud, termina por no tener efecto.

 ?? FOTOS: CUARTOSCUR­O ??
FOTOS: CUARTOSCUR­O
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico