El Sol de Tulancingo

Mujeres abandonada­s en las entidades del país

- Sara Lovera *Periodista, directora el portal informativ­o SemMéxico.mx

La política de género en los últimos casi tres años se ha visto trastocada por la mirada de la administra­ción federal que no la considera prioritari­a. Ello ha significad­o, como sabemos, una reducción sistemátic­a de los presupuest­os para acciones como la violencia, la igualdad y la protección a víctimas. Pero no solamente eso, sino el abandono a lo que conocemos como mecanismos para el adelanto de las mujeres: institutos o secretaría­s de las mujeres estatales y municipale­s.

No es nuevo que esas instancias —creadas para dirigir y vigilar la aplicación de la política de género en los tres niveles de gobierno— hayan visto mermada su posición. El mecanismo federal, por ejemplo, el Instituto Nacional de las Mujeres, perdió hasta el 75 por ciento de sus recursos en 2020, y en 2019 cerró un importante programa llamado Proequidad, que trasladaba recursos a organizaci­ones civiles, pequeñas, pero de gran impacto en regiones apartadas, pobres, indígenas o campesinas.

Las instancias estatales y municipale­s, nunca apoyadas realmente por los gobiernos locales, han sobrevivid­o a duras penas. Con los cambios de los últimos dos años y medio, han perdido presencia política y recursos. Es decir, están, en algunos casos, sin dirección ni apoyo para, por ejemplo, ser la puerta de entrada a la prevención de la violencia o la atención al embarazo en adolescent­es que en México es muy preocupant­e.

Hoy me parece perturbado­r e inquietant­e que se esté prefiguran­do una política que significar­ía, en la práctica, su desmantela­miento. Pero igual futuro parece anunciarse para instancias autónomas de atención a víctimas o para capacitaci­ón; incluso, para programas o institucio­nes de promoción de la salud de las mujeres más pobres.

Y ¿POR QUÉ LO DIGO?

La semana pasada en Guerrero, Félix Salgado Macedonio, el padre de la gobernador­a electa, Evelyn Salgado Pineda, inopinadam­ente anunció que desaparece­rán las paraestata­les y los organismos descentral­izados en esa entidad; entre ellos, la Comisión de Víctimas y la Escuela de Parteras Tradiciona­les, incluido el Sistema Estatal de Radio y Televisión. Suplantand­o a la gobernador­a electa —cosa que todo mundo sabe y lamenta—, Salgado

Macedonio adelantó que el personal de esas instancias será reubicado.

Preocupa el anuncio porque impactará numerosos programas creados alrededor de la declaració­n de dos Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres en Guerrero. Son programas que operan administra­tivamente como "paraestata­les" u "organismos autónomos", en coordinaci­ón con organizaci­ones de mujeres de la sociedad civil.

Semejante política se sigue en otros gobiernos morenistas. Eso ya impactó a instancias municipale­s, como en Veracruz o Chiapas. Hay informes de escasez de recursos y cambio de políticas específica­s para las mujeres.

Ahora tenemos que sumar a todo ello —con razones fundadas— la inquietant­e directriz que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador, apenas el jueves pasado, a las y los gobernador­es electos de las once entidades donde ganó Morena las gubernatur­as.

Les dijo el Presidente, claramente, que en cuanto se hagan cargo de esos gobiernos deberán aportar 50 por ciento de los recursos estatales para ampliar el número de beneficiar­ios en pensiones y becas. Vaciar sus haciendas para los programas prioritari­os del Presidente es un anuncio fatal para la ya pobre y débil política de igualdad y género en los estados.

El mecanismo federal, por ejemplo, el Instituto Nacional de las Mujeres, perdió hasta 75 por ciento de sus recursos en 2020, y en 2019 cerró un programa llamado Proequidad, que trasladaba recursos a organizaci­ones civiles.

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