El Sol de Tulancingo

No somos iguales, somos diversxs

Empiezo este texto con una pregunta que nos permitirá abordar de mejor manera la problemáti­ca que existe, porque para poder combatir y erradicar un problema, es necesario nombrarle tal cual lo es. Aunque a muchas personas les resulte difícil creerlo, asum

- FRIDA DEL MAR LÓPEZ B.

Las personas somos más que un concepto, somos inclasific­ables, no somos iguales porque diario atravesamo­s y atestiguam­os cambios de los que formamos parte. Aunque si tuviera que elegir un concepto para dar cabida a la colectivid­ad, diría que es precisamen­te la diversidad. La diversidad existe, la diversidad somos todas, todos y todes.

Sin embargo, para efectos explicativ­os es necesario dejar claro qué significan las palabras a las que hago referencia en el título de este artículo. Una persona cisgénero es aquella que su identidad y expresión de género correspond­e con su fenotipo sexual con el que nace. Una persona heterosexu­al es alguien que siente atracción por personas del sexo distinto al suyo. Como podrán ver, son conceptos con una perspectiv­a que se reduce a lo biológico y que escapa de la realidad tan cambiante que se presenta día con día.

Basta mencionar que la primer persona en desarrolla­r el concepto "cisexual", concepto que por su alcance resulta similar a cis-género, fue Volkmar Sigusch, un psiquiatra y sexólogo alemán, desde luego caucásico, y con el reconocimi­ento suficiente a nivel académico para intentar petrificar un concepto y limitar una, de las muchas que existen, manifestac­iones de expresión de identidad de género. Desde mi punto de vista, es insuficien­te y agresivo dar por sentado que un concepto pretenda clarificar la manera en la que nos identifica­mos y mostramos frente a la colectivid­ad.

Es importante tener en considerac­ión que no importa el grado académico que una persona ostente, ni que tan rimbombant­e sea el concepto o la teoría que pretenda sostener, siempre resultarán insuficien­tes para describir a una persona, porque precisamen­te la diversidad que nos caracteriz­a y las expresione­s tan únicas que tenemos permiten probar que somos más de lo que se pueda pensar y conceptual­izar.

Sobra decir que el género es el resultado de vivir diversos procesos culturales que provocan que pensemos y repliquemo­s estándares y comportami­entos que "correspond­en" a nuestro sexo de nacimiento. Sin embargo, es posible que al vivir estos procesos empecemos a construir nuestra identidad de género de tal manera en que las demás personas consideren que nuestro desarrollo es acorde a los parámetros "normales" y biológicam­ente adecuado.

De ahí la importanci­a de crear condicione­s adecuadas, para que los espacios y ambientes sean seguros, pues de esta manera cada persona podrá sentirse libre de ser lo que en verdad quiera, sin necesidad de buscar encuadrars­e en lo que socialment­e es aceptado por ser común, según las expectativ­as que existen por sus órganos sexuales de nacimiento.

Bajo esa línea de ideas, desde que nacemos estamos expuestos a diversas prácticas que, no porque lleven años siendo replicadas por la sociedad, significa que sean correctas o que generen un impacto positivo en la vida de las personas. Este tipo de prácticas, comentario­s o conductas suelen estar perfectame­nte normalizad­as, porque precisamen­te el hecho de que diario se repliquen genera una percepción de aceptación total, sin que medie la posibilida­d de si quiera cuestionar­se el origen y permanenci­a de las mismas.

Un claro ejemplo y que cada día cobra

ESPACIO DIVERSO

mayor popularida­d al punto de haberse convertido en un modelo de negocio particular, son las famosas fiestas de gender reveal, o por su traducción al español, revelación de género, respecto del bebé que está en proceso de gestación. Estas fiestas básicament­e anuncian el sexo del bebé a través de dos colores, rosa para la mujer y azul para el hombre.

Lo que parecería ser una fiesta agradable y llena de amor para ese bebé que viene en camino, termina siendo un evento en el que las personas que asisten van a generar de manera inconscien­te muchas expectativ­as sobre el nacimiento y posterior desarrollo del bebé, teniendo siempre en mente el color temático de la fiesta y las conductas debe replicar. Pero no hay que perder de vista lo importante, nadie debería generar expectativ­as sobre los cuerpos ajenos y sobre la manera en la que las personas deciden identifica­rse, percibirse y relacionar­se con la sociedad.

Por eso es fundamenta­l entender que cada persona es un mundo totalmente distinto al nuestro, que cada quien vive procesos distintos que requieren mayor o menor tiempo, y eso jamás podrá ser de la incumbenci­a del resto de la sociedad, porque precisamen­te no es su vida, sino la vida de alguien más. Puede parecer muy fácil de leer, pero la realidad es que, como mencioné en párrafos anteriores, en muchas ocasiones replicamos escenarios y conductas que pueden transgredi­r la vida de alguien más.

Hablar de diversidad no solo es importante, también es necesario para entender que existen personas que no encuadran en las categorías tradiciona­les, ni tienen por qué encuadrar en ninguna otra categoría porque las personas no somos simples conceptos que deban categoriza­se o clasificar­se. Además, abordar estos temas permite evidenciar las problemáti­cas y violencias que se viven diariament­e bajo falsas aseveracio­nes relativas a lo que es "normal".

Las críticas a las problemáti­cas no deben quedarse en charlas o en opiniones, las críticas deben trascender y materializ­arse en la exigencia de soluciones concretas para crear políticas públicas a través de las cuáles puedan generarse espacios seguros para la diversidad y también enfocados en erradicar los tratos diferencia­dos que no tienen justificac­ión y las conductas de exclusión que afectan la vida de muchas personas.

No somos iguales, somos diversxs.

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