El Sol de Tulancingo

Defiende su libertad

Antes no se juzgaba tanto, sólo se disfrutaba, dice Ana Torroja, quien echa de menos la movida de los años 80

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AAna Torroja le hace gracia cuando se le pregunta por qué muchas de las cosas que hoy se dicen y se hacen en el mundo tienen un “tufillo conservado­r”. No es para menos: a la voz de Mecano le parece irónico que, hace 40 años, todo fuera menos mojigato que ahora.

Aunque no se considera nostálgica —ante todo Ana es un árbol: vive el aquí y el ahora—, sí echa de menos los gloriosos y libertinos años 80: “La libertad real, de expresión, de actuación, de pensamient­o, la libertad creativa. Antes no había tantas etiquetas, no se juzgaba tanto, simplement­e se disfrutaba”, dice a El Sol de México.

De algún modo, regresa a esa libertad, con quien, durante muchos años se rumoró era su rival: Alaska.

A principios de la década de 1980, todo en España era sed de libertad después del franquismo. Un régimen de discursos homófobos, racistas y conservado­res, que proclamó amar sólo a Dios y a Francisco Franco, provocó que los jóvenes

crecieran en medio de una represión sexual y cultural sin precedente­s.

Pero en algún momento llegó la resaca de aquella borrachera de derechas. Y entonces la libertad adoptó muchas formas. Como la de Alaska, el reptil del undergroun­d; o la de Ana, el dulce cantar pop del gorrión. Ambas, aunque distintas, se hicieron escuchar. Y de qué manera.

“Siempre nos hemos admirado y querido. Decidimos hacer esta colaboraci­ón para desmentir la leyenda de la rivalidad, porque nunca la hubo”, dice la ex vocalista de Mecano sobre Hora y cuarto, una canción que tomó por sorpresa, sobre todo, a quienes crecieron entre el mito del antagonism­o entre Mecano y Alaska y Dinarama, dos de los grupos icónicos de la Movida Madrileña.

El video de la canción fue grabado en La Vía Láctea, uno de los bares más concurrido­s por los artistas de la Movida Madrileña. Un verdadero rincón de culto juvenil ubicado en el barrio de Malasaña, donde desfilaba gente como Pedro Almodóvar, Fabio McNamara, Antonio Vega, Carlos Berlanga, la misma Alaska y, por supuesto, Nacho y José María Cano, los hermanos fundadores de Mecano. "Todo el mundo pasaba por allí. Entrar a grabar a ese lugar fue como hacer un viaje en el tiempo", recuerda Torroja, quien nunca se sintió despreciad­a por venir de un ambiente mucho más pop. "Me gustaba ese mundo undergroun­d, pero no te creas: no era tan diferente del que yo venía".

Lo cierto es que Ana y Alaska las hermana el mismo impulso: la libertad absoluta para ser lo que se quiere ser. Una convicción que han mantenido desde hace muchos años en cada una de sus canciones.

"Yo formo parte de la comunidad LGBT aunque sea heterosexu­al", afirma Torroja. "Eso es algo que comparto con Alaska".

Para la cantante madrileña, pertenecer a la comunidad LGBT no es un asunto de identidad sexual, sino de tolerancia, respeto y amor. Amor por quien eres o por quien quieres ser. Por eso se le forma un nudo en la garganta cuando recuerda las veces en que tantas jóvenes en compañía de sus madres se han acercado a ella para decirle: "Gracias". Gracias porque Mujer contra mujer me ayudó a salir del clóset. Gracias porque por ti soy lo que soy.

"Hay cosas que le dan sentido a tu vida… a veces te agarras de las canciones para poder salir, porque la música es una compañera de vida", asegura Torroja.

Aunque el recuerdo más vívido que tiene es el de un paciente catalán que se ofreció como voluntario en Reino Unido para que probaran las primeras vacunas contra Covid-19. "Cuando llegó a que le pusieran la dosis le entró mucho vértigo. Entonces puso mi música y fue como un mantra para él. Se calmó y sobrellevó el miedo".

ANA TORROJA

CANTANTE

Formo parte de la comunidad LGBT+ aunque sea heterosexu­al, es algo que comparto con Alaska”

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EDITORA: ROSALINDA PALOMEQUE

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