El Sol de Tulancingo

Un gran venezolano

- Francisco Fonseca Fundador de Notimex pacofonn@yahoo.com.mx

Rómulo Gallegos, como tantos notables escritores, hizo posible que los latinoamer­icanos conociéram­os mejor el solar de nuestros antepasado­s. Su presencia y su palabra, su facultad creadora de marcado acento realista, su lenguaje frondoso nos llevó de la mano hasta el ancho follaje de su selva natal. Sus biógrafos lo consideran como uno de los más grandes literatos latinoamer­icanos de todos los tiempos.

El 2 de agosto 1884, nace en Caracas, el joven que sería uno de los personajes resaltante­s de la historia sudamerica­na, cuyos padres: Rómulo Gallegos Osío y Rita Freire Guruceaga le dieron el nombre de Rómulo Gallegos Freire; quien, a medida de su crecimient­o personal, despierta un gran interés por el humanismo y la escritura.

Con respecto a sus inicios, Rómulo Gallegos ingresa al Seminario Metropolit­ano a mediados de 1894 con el propósito de iniciar su educación primaria, sin embargo, esta acción se vería afectada por el deceso de su madre, el 13 de marzo de 1896; y como complement­o, decide retirarse de dicha institució­n, para apoyar a su viudo padre en el sustento de su hogar.

Hizo estudios universita­rios de derecho en la Universida­d Central de su país, pero no llegó a terminarlo­s. El dictador Juan Vicente Gómez le nombró en 1931 senador por el Estado de Apure, pero sus conviccion­es democrátic­as le hicieron expatriars­e y renunciar al cargo. En 1935, muerto el dictador, Rómulo Gallegos volvió a Venezuela, y en 1936 fue nombrado ministro de Educación en el Gobierno del militar Eleazar López Contreras, cargo al que también renunció por los mismos escrúpulos morales.

Novelista y político venezolano. Junto con el argentino Ricardo Güiraldes y el colombiano José Eustasio Rivera, Rómulo Gallegos fue uno de los máximos representa­ntes de la tendencia realista que subsistió en la narrativa hispanoame­ricana de las primeras décadas del siglo 20, periodo en que convivió con el desarrollo de la novela indigenist­a.

En 1947 fue elegido presidente de la República, pero fue derrocado al año siguiente por una junta militar encabezada por Carlos Delgado Chalbaud. Una vez más fue un exiliado político en Cuba y en México.

Finalmente, Rómulo Gallegos regresó a su país al ser liberado éste de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Falleció en 1969.

En sus comienzos de narrador, Rómulo Gallegos publicó Los Aventurero­s (1913), una colección de relatos. Siguió a esta obra El último solar (1920), una novela que reeditaría en 1930 con el título de Reinaldo Solar, historia de la decadencia de una familia aristocrát­ica a través de su último representa­nte, en el que se adivina a su amigo Enrique Soublette, con quien fundó, en 1909, la revista Alborada.

Estuvo en México después de aquella infortunad­a incursión en el quehacer político de su país allá por la década de los cuarentas, hace aproximada­mente 70 años. Desde joven, en 1921, la crítica lo distinguió como el más firme valor de la entonces nueva generación.

Los mexicanos supimos –más por el cine- de dos de sus obras maestras: Canaima y Doña Bárbara. ¿Quién de mi generación no recuerda las imágenes románticas del Arauca y del Bichara, la tupida vegetación ribereña del Apure, el aguaje que denunciaba el caimán en acecho, los bongueros que cruzaban con destreza las márgenes del Orinoco, las pequeñas sabanas feraces rodeadas de chaparrale­s y palmares, las praderas tendidas hasta el horizonte… y en el fondo de todo, el inmenso drama que fluía de la vida ensortijad­a entre el llano y la selva, que devoraba todo y a todos como una culebra de aguas del tremedal al novillo sediento y despreveni­do?

¿Cómo olvidar aquellos personajes como el Sutecúpira, el coronel Francisco Ardavín, el Cholo Parima, los hermanos Vellorini, el iluso Marcos Vargas, la bordona Araceli Vellorini, el conde Giaffaro, el doctor Santos Luzardo, doña Bárbara, Juan Primito, Marisela, Mujiquita, Balbino Paiba y mister Danger?

Nadie pudo escapar nunca del misterioso y atrayente mundo de Canaima, dios de la selva cauchera, y de las discordias y venganzas de Doña Bárbara.

Como bien dijera uno de sus críticos, Rómulo Gallegos llegó a un grado tal de perfección, que entre sus obras hay campo para la preferenci­a, pero no para regatearle a ninguna la más encendida admiración.

Hoy que Venezuela, hermano país, se debate en una crisis democrátic­a y política, quiero extraer de los recuerdos, uno de los más importante­s: Rómulo Gallegos.

¿Cómo olvidar aquellos personajes como el Sutecúpira, el coronel Francisco Ardavín, el Cholo Parima, los hermanos Vellorini, el iluso Marcos Vargas, la bordona Araceli Vellorini, el conde Giaffaro, el doctor Santos Luzardo, doña Bárbara, Juan Primito, Marisela, Mujiquita, Balbino Paiba y mister Danger? Nadie pudo escapar nunca del misterioso y atrayente mundo de Canaima, dios de la selva cauchera, y de las discordias y venganzas de Doña Bárbara. Como bien dijera uno de sus críticos, Rómulo Gallegos llegó a un grado tal de perfección, que entre sus obras hay campo para la preferenci­a, pero no para regatearle a ninguna la más encendida admiración.

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